Capitulo Cuatro.

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Capitulo 4:

Osamu Miya:

Una cegadora luz me despierta de un sueño muy extraño, soñé que unos hombres me atacaban y un superhéroe me salvo, como si fuese sido una guardián enviado por los Dioses.

Me duele el cuerpo, siento que me arde el rostro.

Oh, demonios, no fue un sueño. En realidad si paso.

Creo que mi cabeza distorsiono el recuerdo.

Mi rostro y cuerpo vendado, mi cabello revuelto y mi rostro rojo lo explica todo.

Me levanto de mi cama y camino con un poco de dificultad y abro la puerta. Salgo y escucho a alguien tararear una canción de Bruno Mars, por lo cansado que estoy no me interesa saber que canción es.

Es Atsumu, que está preparando gachas de arroz, tararea mientras lava el arroz.

—Boo...—lo asusto y el salta soltando un chillido que me causa una gran carcajada.

—Qué demonios ¿no estabas muerto? —su ironía es desesperante.

—Jajá... Que payasito, te cagaste todo un circo.

—Lo sé. —me da una sonrisa arrogante con los ojos cerrados.

— ¿Me dirás lo que me paso?

— ¿Lo que paso, paso? O ¿Lo que supongo que paso?

—Deja de jugar y dime lo que paso o quemo estas gachas que estás haciendo con mucho empeño. —tomo el regulador de fuego de la cocina.

— ¡Ok, ok! Todo menos las gachas.

— ¿Y bien? —levanto una ceja.

—La chica Sakuyami me escribió diciendo que estabas herido y que habías sufrido un intento de robo. Le di la dirección de la casa y vino contigo en brazos a rastras, te intento curar y se fue, sin antes hacer una reverencia y decir que lo sentía.

— ¿Por qué lo sentía? No comprendo.

—Mucho menos yo. —vierte el arroz en la olla con agua y verduras. —Pero... ¿qué paso en realidad contigo?

¿Lo que paso conmigo? Cierro mis ojos para intentar recordar, pero nada viene a mi cabeza... Todo en blanco, pero un sonido me es familiar, el sonido de un disparo. ¿Le dispararon o que demonios?

—No lo sé, los recuerdos son borrosos.

—Entiendo ¡Woah! Todo esto en inicio de clases.

—Seh.

—Bueno, estas gachas estarán en un par de minutos, saldrán deliciosas. —un destello aparece en sus ojos.

—Espero que no sepan a cartón como la vez pasada. —doy una risa cruzando mis brazos sobre mi pecho desnudo.

—Cállate, le tengo fe.

Camino hacia mi habitación riendo, pero realmente pensando en lo que paso, lo más desesperante de todo esto es el vacío que hay en mis recuerdos y la molestia de no poder recordar nada.

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Caminaba a casa después de haber ido a la casa de Osamu, la lluvia estaba insoportable y me parecía muy extraña la situación. Saco mi celular y le marco a Nick, tarda en contestar pero me responde.

—Oye, Nick. Escúchame una cosa, se lo que hizo el imbécil de tu jefe y si cree que golpeando e hiriendo a conocidos míos me va llevar de vuelta a el pues está más que equivocado, es un hijo de perra cabeza hueca, viejo estropajo.

𝑨 𝑺𝒊𝒎𝒑𝒍𝒆 𝑨𝒅𝒅𝒊𝒄𝒕𝒊𝒐𝒏. || Miya brothers. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora