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Han pasado alrededor de cinco años viviendo dentro del subterráneo. Me ha costado un poco ganar mi alimento junto con pagar donde puedo descansar un tanto segura. Aun así, no puedo dejar de estar alerta. ¡Han pasado cinco años!, lo sé, pero el miedo de ser atacada en cualquier segundo aún perdura en mi ser.
Mi empelo no es el mejor del mundo. ¿Qué puedo decir? El simple hecho de ceder mi cuerpo y dejar de lado mi dignidad para que hombres desconocidos lo tomen como un juguete donde deshacer sus instintos más primitivos no es lago orgulloso de tratar y agregando más problemas sin conocer el paradero de mi hermano. Solo deseo un lugar de tranquilidad, ¿es mucho pedir eso?
