Capítulo 2: Y por siempre lo seré.

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La mañana fijada para el encuentro, Donar se despertó entusiasmado, corrió escaleras abajo lo más rápido que pudo y abrió y cerró la puerta en un abrir y cerrar de ojos.

Mientras se dirijía al aserradero, se dió cuenta de que los guardias no le iban a dejar salir del campamento sin ningún motivo, asi que el chico pensó un plan en lo que llegaba a la entrada del pueblo. 

Cuándo ya había llegado, Donar busco un par de piedrecillas por los alrrededores y reteniendolas en su mano, avanzó hacia los guardias todo lo que pudo, levantó el brazo derecho y... Disparo!

La piedra impacto en el yelmo de cuero de uno de los guardias, haciendo que este se desplomase y el compañero se alarmara. Este corrió ferozmente a avisar a los demás guardias, así alejandose de la entrada del campamento.

Donar, aprovechando el pequeño alboroto que el mismo había probocado, soltó las piedras que guardaba en su mano y echo a correr como si no hubiera un mañana. Cuando ya se había alejado lo suficiente del pueblo como para que nadie lo pudiese ver, paro y miro hacia atrás asegurandose de que nadie le seguía, no había nadie, solo un extenso camino de arenilla iluminado por los rayos de sol que se colaban entre las ramas de los abundantes árboles.

A lo lejos se podia apreciar la silueta del Bastión Negro, Donar se pregunto. "¿Por qué? ?Por qué reunirnos bajo ese sombrío lugar?" De pequeño, el padre de le contaba historias y legendas sobre alquel lugar, y bien sabía Donar que cualquier cosa que había pasado en ese sitio, nunca tría nada bueno.

Cuando casi había llegado al aserradero, escuchó unas voces detrás  de unos arbustos, Donar camino hacia ellos hasta atravesarlos y junto a un desagadable destello de luz, se encontro a una gran multitud de gente, allí se encontraban guardias, artesanos, mercaderes e incluso algún que otro hombre de la poca nobleza Tolluniana que quedaba, todos esos hombres y no tan hombres, estaban dispuestos a luchar por sus creencias, por su forma de vida.

Donar se acercó timidamente a el grupo de gente más cercano, ellos, con buena cara, le ofrecieron una copa  de aguamiel y le indicaron que se aproximara a la hoguera que habián encendido hace poco.

Sonaron trompetas y la multitud aplaudió, Donar no sabía muy bien lo que pasaba así que imitó a las personas que le rodeaban. 

A lo lejos, encima de una superficie de madera y entre dos estandartes rojos y con una inscripción del escudo de los Tollunianos, se encontraba un hombre alto, de barba abundante y con una mirada fría pero acogedora a la vez, el que parecía ser el líder de los que allí se se contraban.

Con impetud y elocuencia dijo:

"Hermanos y hermanas Tollunianos, mi nombre es Isgramor, y os he convocado a todos y a todas en este lugar, para unir fuerzas y hacernos respetar de una vez por todas, mañana partiremos hacia el norte, donde nuestros exploradores han encontrado una pequeña fortaleza abandonada, una vez llegemos allí, nos asentaremos en dicho lugar y haremos de él nuestro hogar por el momento. Si nadie tiene algo que decir, solo os puedo desear suerte a tod...

Una piedra salió disparada de la muchedumbre junto con un grito:

-¡Isgramor farsante!- dijo el hombre que lanzo la piedra- ¡Nos llevaras a todos a la muerte!-

La piedrecilla pasó rozando la cabeza de Isgramor, los guardias que se encontraban alrededor de este tensaron los arcos y dispararon, las dos flechas impactaron en el pecho del rebelde, este se desplomo casi a la vez que otros dos guardias se lo cogían a hombros...

Isgramor intentando calmar a la muchedumbre alborotada, terminó el discurso con una frase:

-Todo aquel que sea nuevo, que se reuna en los alrededores de mi asentamiento, mis guardias les informaran sobre que puesto ocupar en la marcha de mañana- Dijo mientras se ocultaba entre los suyos.

En Tierra De HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora