El destino

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"Ser humano significa tener limites. Cuanto más cuidadosamente planifiques, más eventos inesperados aparecerán"

Sin duda alguna, este era uno de esos eventos inesperados.

Dio había despertado más temprano de lo habitual a pesar de haber estado en vela durante toda la noche. Desde aquella vez, no podía dejar de pensar en la charla que tuvo con la anciana Enya,  para ser honestos jamás se hubiese imaginado que se sentiría de esta forma, por lo que percibió poco a poco como su orgullo se fue desplomando tras aceptarle dicha propuesta. Las noches y los días se hacían eternos,  pero en la  espera, la imagen de un esbelto cuerpo y rostro pálido como la luna  parada debajo del marco de su puerta invadía sus  pensamientos constantemente. 

Como de costumbre, el rubio permanecía en su recamara, observando desde su amplio ventanal los rayos de sol,  recordando cuando en algún momento de su pasado , hace más de 100 años podía salir como  habitualmente lo hace la gente normal. Como había dejado todo por ser inmortal. Eventualmente los rayos de sol posaron sobre su ventanal, recordándole que ya no era humano,  haciendo que este retrocediera para no chocar con ellos, de esta forma volvió a la realidad.

No paso mucho tiempo hasta que comenzó con la búsqueda que  Enya le había indicado y fue en ese momento, en donde se dio cuenta, que no había ni un ápice de humanidad en él. Lo único que existía era aquel amargo recuerdo de lo que pudo ser y nunca fue. Aunque últimamente sus pensamientos se reducían a Elih , nada podía cambiar la realidad en la cual se encontraba. Ni siquiera el hecho de convertirse en padre. Pese a ello,  él continúo con la pesquisa y no descanso hasta lograr su objetivo, como si se tratará de un reto.

Para él era muy fácil seducir mujeres y que estas cayeran rendidas ante él. Todas eran iguales, unas sumisas , aburridas y cabezas huecas. Nada parecido a lo que le gustaba de  Elih. Para ese entonces, en las afueras de la ciudad se había creado un rumor sobre un asesino de mujeres que las persuadía por las noches. 

Para él , ellas eran un blanco fácil.

-Les estoy haciendo un favor y aun así se refieren a mi como asesino- Menciono incrédulamente el rubio.

-¿A que te refieres con favor?- Pregunto una anciana quien se podía ver desde lo lejos de la habitación.

-Evidentemente esas mujeres no servían para nada en el mundo. - Dijo sin remordimiento -Es perceptible que les ahorre el trabajo.

Dio se alejo mostrando únicamente su amplia espalda, como si la vida de aquellas mujeres no tuviese valor absoluto.

He hecho todo aquello que me has pedido, ¿Cuándo podré citarme con Elih nuevamente? Dio preguntó .

Por supuesto, Enya sabía lo persistente que era Dio y más cuando se trataba de algo referente a esa mujer. Ella observaba desde la distancia y su silencio fue la única respuesta que pudo obtener el rubio, Dio no insistió y pacientemente espero. Luego de unos tres días, la anciana ya tenía poción gracias a esa gran cantidad de mujeres que Dio pudo absorber. El rubio confiaba plenamente en Enya y esa confianza era  reciproca. De alguna forma, ella sentía que el podía ser el Dios de el nuevo mundo.

¿A estas altura pondría en duda su palabra?

Posiblemente sería asesinada antes de hacerlo. 

Ella le entrego la pócima que había elaborado a Dio dándole indicaciones detalladas, este sabía que su uso inadecuado podría ser letal.

En un parpadeo todo paso de la luz a la oscuridad. En su dormitorio podía sentir el eco de aquella noche de ardor , su cuerpo se estremecía y no podía controlarlo. Lo único que escuchaba en su cabeza , una y otra vez era la dulce voz de una mujer. Estaba fuera de sí, completamente envuelto por el deseo. Ocasionalmente, solo las paredes eran testigos de ello.

Entre tanto, solo podía pensar el próximo encuentro que tendría con ella. Deseaba con angustia que no se convirtiese en el resultado de unos errores, y que de tantos fracasos, este fuese un éxito. 

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⏰ Última actualización: May 24, 2022 ⏰

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