CAPÍTULO DIECISIETE

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AGOSTO

Habia pasado un mes después de que los Perdedores nos separamos.

Un mes de que Richie y yo no hablábamos.

Lo extrañaba muchísimo.

En las semanas que pasaron solo comía y me escondía en mi habitación cuando papá no estaba ya que mi hermano seguía estando aquí. Y lo peor era que hace semanas se comportaba muy extraño.

Este día me fui a comprar como siempre lo hacía. En los días que fui a veces me encontraba con Stan y sorpresivamente con Eddie quien tenía su yeso.

Nos saludabamos ya que no tuve problemas con ellos pero no nos hablábamos.

Fui a la farmacia para comprar unas pastillas para papá. Pude notar que estaba Eddie así que agarré las pastillas y fui con el.

—Hola Edds.

—Oh, hola Carol.— saludó con una sonrisa y yo se la devuelvo. El señor que atendía me miró.

—Hola niña...— sonrió e hice una mueca al igual que Eddie.— ¿A qué vienes?

—Vengo por comida. ¿Tienes pizzas?— pregunté sarcástica y me miró confundido a lo que rodeo los ojos.— Vengo por pastillas, idiota, ¿por qué voy a venir?

Eddie rió ante eso y le sonreí divertida.

Dejó de tener esa mirada pedófila y se fue a buscarlas para después dármelas y le doy el dinero.

—¿Tú vienes por las medicinas?

—S-si...— asintió y el señor fue a buscarlas.

—Sabes que es mentira, ¿no?— apareció la voz de Gretta y bufé. Otra vez ella.

—Te espero afuera, Eddie. A esta idiota no la aguanto.— me fui.

—¿A quién mierda le dices idiota, perra?— gritó desde atrás.

—¿Quién es la segunda mujer de aqui? ¡Tú! Al parecer no solo eres idiota, también estúpida.— le saqué el dedo del medio y suspiró.

Salí de ahí y me senté esperando a Eddie.

Miré mi venda y suspiré. Decidí sacarla para ver mi piel.

La comencé a sacar y miré la cicatriz.

Decía SLUT (zorra).

Mis ojos se cristalizaron pero aguanté no llorar.

Escuché la puerta abrirse y vi que era Eddie algo decaído.

—¿Sucedió algo?

—Greta me escribió esto.— mostró su brazo enyesado.

"LOSER"

Bufé.

—Tranquilo. No eres el único que sufre esto.— le mostré mi brazo y leyó la cicatriz.

—Vaya... ¿quién te hizo eso?

—Eso.— respondí y el asintió con la cabeza algo asustado.

Un silencio adornó nuestro ambiente hasta que se me ocurrió una idea.

—Esperame aquí, Eddie.

—Está bien...— entré de nuevo a la farmacia y corroboré que Greta siga leyendo su revista.

Por suerte lo estaba haciendo y el viejo no estaba. Así que agarro de nuevo el marcador rojo y salgo sigilosamente.

Al ver a Eddie me acerco a el.

𝗖𝗔𝗥𝗢𝗟𝗜𝗡𝗘 - 𝗿𝗶𝗰𝗵𝗶𝗲 𝘁𝗼𝘇𝗶𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora