CAPÍTULO UNO

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—Necesito bajar

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—Necesito bajar.– tosí falsamente, viendo a mi tía manejar el auto.

—Ya basta, Caroline. ¡No quiero más excusas!– suspiré y apoyé mi cabeza en la ventana. Me comportaba como una mocosa de cinco años pero ustedes no saben lo que se siente ser la hermana de Henry Bowers. Un infierno.

Dirán que nos parecemos mucho, pero odio escuchar eso, yo no creía que me parecía a él. Me llamo Caroline Bowers, me dicen Carol, tengo trece años y me gusta andar en skate.

Hoy debería llegar a Derry y a penas pisar la casa de papá, tengo que ir a la escuela. Ya me habían inscrito así que no tengo ningún problema.

El vehículo se detuvo y mi tía bajó primero así que fui la siguiente en salir.

Cerré la puerta y contemplé el lugar, recuerdo estar aquí de pequeña. Henry siempre me molestaba, ya de hace tiempo me acostumbré y reencontrarnos iba a ser algo extraño. Básicamente ambos nos odiábamos.

Agarré mis maletas y mi skate.

—Tu padre está adentro, debes ir y saludarlo. Espero que la pases de maravilla aquí en Derry. Ya sabes, tu papá me avisó que es policía así que si te sucede algo no dudes en decirle, ¿si?– dijo mi tía, asentí con la cabeza. Entró a su auto y se fue.

Suspiré y me di la vuelta mirando mi hogar, si es que así se puede llamar, ¿no?

Caminé con pereza hacia la entrada, golpeé la puerta severamente y en cuestión de segundos se abrió mostrándose a mi papá.

—¿Caroline?– asentí con la cabeza, algo incómoda. Éste sonrió y no dudó en envolverme en un abrazo tierno, yo no tuve otra opción que corresponder solo por compromiso.

—Hola papá.– saludé, se separó y me miró conmovido.

—Te extrañé, cielo...– si, claro, ¿entonces por qué no fuiste a visitarme cuándo mamá murió?

De respuesta le dí una sonrisa falsa, bastante falsa, pero pude actuar bien.

—Bien, ve a tu habitación. Allí puedes dejar tus cosas, Henry te llevará a la escuela con sus amigos.– ¿¡Amigos!? esto debe ser una broma.

No tenía ganas de discutir por lo cual solo le di una última mirada y me dirigí a mi cuarto, entré y la contemplé. Desde pequeña no he entrado aquí y ahora me doy cuenta que es muy linda.

Satisfecha, agarré mi maleta y la abrí para después sacar toda la ropa y acomodarla en mi clóset.

Ya al terminar –donde duró quince minutos– agarré mi mochila y puse mis carpetas, los útiles y nada más. No iba a llevar tanto.

Salí de mi habitación no sin antes agarrar mi patineta y me despedí de papá. Cuando estuve afuera de casa, escuché las risas de los amigos de Henry y de él. Rodé los ojos al ver que su mirada se dirigió a mi con diversión.

—Vaya vaya, ¿pero qué tenemos aquí?

—Hola Henry.– saludé fríamente.

—¡Hey hey, los modales! Saluda a mis amigos, Belch, Victor y Patrick.– miré a cada uno y disimulé una mueca de asco.

—No es un gusto.– dije y recibí una mirada incómoda de ellos, y por parte de Henry, una mirada seria.

—Escúchame mocosa, papá me dejó a cargo de tí. Así que no quiero ninguna travesura tuya. ¿Entendiste?– me miró amenazante.

Asentí con la cabeza sin ganas y entramos al auto que al parecer era de Belch. Ya habíamos arrancado y necesitaba salir del auto por la molestia.

¿Y si salto?

No, mejor no.

Habíamos llegado a la escuela, la miré desde adentro. Había muchos niños de mi edad, esto iba a ser muy incómodo.

—Carol, nosotros iremos no asistiremos a clase. Así que volverás a casa sola.– avisó Henry, fruncí mi ceño y las risas de sus amigos no se hicieron tardar.

—Pero yo no sé cual es el camino a casa...

—Arreglatelas tú sola, eres mayor. Y si le llegas a decir a papá, haré que sufras hermanita.– me miró y salí del auto. Ya cuando apenas arranca les saqué el dedo del medio.

—¡Púdrete, Henry!– grité llamando la atención de todos.

Incómoda carraspeo la garganta. Coloqué mi skate en el suelo y empecé a andar en ella, ganándome miradas, en especial de un chico con gafas, quién hablaba con sus amigos algo impresionado al parecer.

Rodé los ojos y entré a la escuela, algunos se apartaron porque seguía andando, llegué a mi casillero y me detuve. Abrí la puerta e intenté meter el skate allí adentro y pudo entrar.

Cerré al escuchar el timbre de clases, por lo qué entré a mi perspectiva aula. Luego de unos minutos la sala ya estaba completa.

—Bien, alumnos. He recibido la noticia de que hay una alumna nueva, así que... Bowers, preséntate.– todos me miraron sorprendidos, suspiré y me levanté de mi pupitre. Pasé al frente y miré a todos.

—Me llamo Caroline Bowers  y tengo trece años...– conté y la profesora me miró esperando mas información.– Y listo, no soy tan interesante. Bueno, básicamente lo soy pero estaría años aquí contando todo.– escuché una risa en particular.

—¡Tozier!– lo regañó– Gracias Caroline, puede volver a su lugar.

Fui hacia mi pupitre, me sentía vigilada así que busque esa mirada. Y al encontrarla, no solo era una, sino de cuatro miradas.

Uno de ellos tenía rulos y una especie de...¿sombrero? en su cabeza, a su lado estaba un chico castaño con ojos azules y labios gruesos, después un chico con pecas y cabello negro y a su lado un chico con anteojos que por su aumento los ojos eran grandes.

Ellos al darse cuenta que los estaba mirando, se dieron vuelta rápidamente.

Que chicos extraños.

𝗖𝗔𝗥𝗢𝗟𝗜𝗡𝗘 - 𝗿𝗶𝗰𝗵𝗶𝗲 𝘁𝗼𝘇𝗶𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora