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seis días antes de la boda.

había sido difícil convencer a la madre de riki para que los dejara usar la cocina pero, ¿cómo iba a negarse a la adorable petición de la prometida de su hijo? nada podía salir mal.
a penas los cocineros se retiraron de la habitación comenzaron a buscar los diferentes ingredientes que necesitarían para poder hornear unas galletas.

sunoo se colocaba uno de los delantales que los empleados habían dejado a la vista, no quería manchar el lindo vestido que una de sus amigas del pueblo de entak le había regalado, mientras que riki dejaba los ingredientes necesarios sobre la mesa, alrededor del recipiente que usarían para mezclarlos.

— ¿alguna vez haz cocinado galletas?

— nunca he entrado a una cocina, — soltó una risa, tomando otro de los delantales para colocarselo al contrario. — pero he leído algunas recetas.
— ¿eso será suficiente? — acomodó un poco el delantal que la menor le había dado.

— ¡claro que sí! — hizo una pequeña pausa. — ... eso creo... ¿qué puede salir mal? — arrugó su nariz, esbozando una pequeña sonrisa luego.

¿qué era lo que eerin tenía? ¿por qué, a cada día que pasaba, se interesaba más por ella? ¿sería la primera vez que una chica le importaría de esa forma? estaba tan confundido en ese momento, solo sabía que ella era realmente especial.
volteó hacia delante, donde estaban los ingredientes, seguiría vagando en sus propios pensamientos sobre aquella chica si seguía con su vista en ella, así que preferia distraerse para no echar a perder ese día.

— bien... ¿por donde empezamos?

— por la harina y la mantequilla. — mencionó, tomando este último ingrediente para comenzar a cortarlo.
tomó la harina, volteando por un momento hacia la rubia. — ¿cuánto debería poner...? — ella se encogió de hombros, provocando una risa en él. — bien, adivinaré.

cuando el mayor terminó de colocar la harina en el recipiente, se encargó de colocar la mantequilla, alzando un poco la vista para observar al contrario.

— ahora, mezcla.

— ¿mezclar?

— con tus manos. — el rubio alzó dicha parte de su cuerpo. — me encargaré de calentar el horno. — luego de mencionar eso, se dirigió hasta ese objeto, buscando algún cerillo para encender el mismo. — ¡oh, incorpora el azúcar, los huevos y las chispas de chocolate! — exclamó mientras se estiraba para alcanzar un alto estante donde estaba lo que necesitaba.

soltó una pequeña risa al escuchar a la contraria, limpió un poco sus manos para poder integrar el resto de ingredientes y seguir mezclando la masa que en un futuro cercano serían galletas... o eso era lo que esperaba.

— mis manos son un desastre... — comentó, haciendo una ligera mueca.

— por eso tú estás mezclando, mis manos son demasiado delicadas para eso. — luego de lograr tomar los cerillos y encender el horno se acercó a él, hablando con un obvio tono de broma.

— oh, tú... podría llenarte de masa de galletas ahora mismo.

— no te atreverías.

volteó hacia ella, alzando sus cejas. — ¿no?

tomó un poco de harina, arrojando la misma hacia el contrario, soltando casi una carcajada por ello. — no si te lleno de harina primero.
— ¡eerin! — exclamó, mientras limpiaba sus manos a la vez que reía.

al tener las manos completamente limpias, tomó un poco de harina, pero la menor ya había a comenzado a correr por alrededor de la cocina, intentando escapar de la obvia venganza que planeaba el castaño. se acercó a ella, rodeandola poco a poco. — no vas a escaparte de mí.

— ¿por qué me subestimas?

— tus piernas son demasiado cortas, no puedes correr rápido. — se encogió de hombros.

— ¡hey! ¡soy más ágil de lo que crees! — frunció levemente su ceño, fingiendo indignación. — puedo derrotarte facilmente, ¿lo sabías? cuando era pequeña le ganaba a absolutamente todos los niños de mi pueblo...

aprovechó que la princesa estaba distraída contándole cada historia victoriosa que tenía, debía de admitir que era bonito escucharla hablar pero no podía perder la oportunidad; así que se acercó a ella y tiró la harina sobre su cabello, escuchando un quejido desde abajo, provocando una risa en él.

— ¡eso es trampa! — corrió rápidamente hacia donde estaba la harina y tomó más de la misma, alzando su puño. — ¡acabas de declararme la guerra!

— ¿lo hice? — cuestionó aún riendo, también tomando un poco de harina en su puño. — creí que tu lo habías hecho.

— eso da igual... ¿vas a atacar?

— no lo sé, ¿tú lo haras?

esbozó una pequeña sonrisa, corrió hacia él y, otra vez, tiró harina sobre él, comenzando una pequeña guerra que terminó con ambos chicos cubiertos con ese ingrediente de cocina, quedando más pálidos de lo que realmente eran, sentados en el suelo con su espalda apoyada en una de las paredes de la habitación.

— la reina va a matarnos...

— pero fue divertido. — sacudió su castaño cabello teñido de blanco, viendo como el polvo caía delante de sus ojos.

el rubio se recostó en el hombro contrario, soltando un pequeño suspiro para luego esbozar una pequeña sonrisa. — amo que seamos amigos.

observó a la contraria de reojo, sonriendo por lo bonita que se veía casi completamente blanca, por más raro que eso sonara. estiró su brazo y rodeó el hombro ajeno. — sí, también amo eso...
— respondió en un leve murmuro.

王女 : princesa kimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora