Capítulo 1

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Elliot.

Aaron no dejaba de mirarme con el ceño fruncido mientras yo no dejaba de reírme acercando mis manos al abdomen, temiendo partirme en dos.

— Eh tío, creo que ya es suficiente, ¿no? — preguntó mientras intentaba mantener el equilibrio.

— Déjame un rato más, adoro verte de esta manera. — proseguí intentando sonar lo más serio posible.

— Desde que Ellie se fue pareces aburrido. — y noté la satisfacción en sus sonrisa.

Y me jodió. Me jodió bastante, pues deje de mantener la silla en la que él estaba sentado sustentada en el aire, para hacerle aterrizar en el suelo de mala manera, mientras mi entre cejo se juntaba para mostrar una mueca de desagrado. Le encantaba recordarme que Ellie se había ido y eso que ya habían pasado dos meses. Aun así, toqueteé con disimulo el anillo de mi pulgar que le pertenecía a esa dichosa chica. No sabía por qué aún lo tenía. Tenía que haberlo tirado y hundirlo hasta al fondo del cubo de la basura, pero ella me había dicho que volvería. Durante estos dos meses no se ha sabido nada de su dichosa oscura melliza, ni su sucio padre ni la debilucha de su madre. Luego estaba lo que en teoría nos dijo, poco después de haber estado en el hospital tras una operación de rodilla por lo que su melliza le había provocado: el que se había visto envuelta en diminutas venas moradas por todos los brazos. ¡Sí, claro, y a mí me gusta comer clavos con alquitrán! Si eso hubiera ocurrido, lo sabría. ¡Porque esa dichosa conexión aún seguía viva! ¡Incluso llegaba a sentir cosas aun estando ella en Nueva York! Recordé haber sentido la felicidad extrema al ver a su dichosa Nana, a su corazón bombear a mil por hora al ver, después de dos meses, a su queridísimo Nathan! ¡Narices pero que imbécil era la niñata esta!

— ¿Elliot? — preguntó mi mejor amigo. — ¿Acaso estás pensando en ella?

— ¿Qué? ¿Eres imbécil? — le respondí con mala gana.

— Tío, tranquilo. No te pongas así. — aquella respuesta me decía que sí que sabía que estaba pensando en ella.

¡Dichosa Ellie, ojala no te hubiera conocido! ¡Maldita jodida capulla!

Pero no quería pensar demasiado en ella, ni siquiera habíamos vuelto a hablar por la mente, pues no tenía ganas de volver a escucharla, de volver a ver aquellos ojos azules parecidos al zafiro, ni su pelo negro, ni sus manos cubiertas de anillos, ni sus dichosos comentarios de que debe salvar a su estúpida melliza. Y sonreí. Mierda. ¿Qué coño me pasaba?

— La echa de menos. — susurró Audrey mientras acercaba su diminuta cabeza al hombro de Aaron.

— ¡No la echo de menos! Es una estúpida humana. — contesté y me levanté de la silla para abandonar mi casa.

Odiaba que dijeran todo aquello, odiaba que pensaran que entre Ellie y yo había algo. ¿Cómo es posible que un demonio blanco se enamorase de una humana? ¡Una estúpida, cabezota, sensible, torpe humana! Reconocía que hubo un momento que quise besarla, pero solamente por intriga. ¡Joder!

— ¡Eh! — me gritó Cassandra tras cerrar la puerta principal de mi casa. Hoy el clima estaba completamente nublado pero si no me controlaba mucho haría que lloviera. Siempre me había pasado.

— ¿Qué quieres Cassandra? — dije mirándola. Tenía un brillo extraño en los ojos que nunca antes se lo había visto.

— ¿Crees que volverá tu amiguita del alma?

— ¿Tú también. . .?

— No estoy aquí para burlarme de ti y de lo que sea que tengas con esa estúpida humana, solamente quiero saber si va a venir para arreglar lo que dejó a medias. — su tono era de enfado y por un lado, no solamente fue por el simple hecho de que una humana hubiera dejado L.A Village en manos del oscuro Keegan que en cualquier momento volvería y nos mataría a todos, sino por otra cosa mucho más patética.

No quise mirarla porque no me hacía falta mirarle a los ojos para saberlo. Durante los dos meses que hemos estado juntos para averiguar dónde estaría Allie, Cassandra ha sido más afectiva conmigo. Me trataba de diferente manera, era una maga blanca, pero siempre había pensado que su carácter le hacía ser todo lo contrario. Era raro pero ella hacía que me olvidase de Ellie. No sé qué hubiera pasado si Cassandra hubiera sido más cercana a mí. De hecho era más normal que hubiera algo entre nosotros que entre Ellie, es decir, Ellie es una humana, ¿dónde se ha visto que un ser como nosotros hubiera caído rendido ante un humano?

Bueno, de hecho sí que lo había.

Keegan con la estúpida de la madre de Ellie.

— ¿Me estás escuchando?

— Estás insoportable. — le contesté alejándome de la vivienda.

— Mira quién fue hablar. — cruzó de brazos y se rio.

Me di media vuelta para observarla y su cara cambió completamente; jugueteo. Dios no, no quiero. No quería. ¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¿Cassandra ahora se había encaprichado de mí? Hoy llevaba un vestido por encima de las rodillas, de color negro y con diminutas piedrecitas azules; igual que los ojos de Ellie. ¡Elliot por dios, calla ya! Cassandra era muy atractiva y siempre lucía su cuello y sus piernas la gran parte de las veces, pero desde que habíamos pasado estos dos meses juntos, los mostraba mucho más. No es que me desagradase Cassandra, había veces que era insoportable, pero había estado a gusto junto a ella.

Antes de pensar cualquier posible respuesta, su mano cogió la mía y con la otra, quiso acercar mi cara a la suya. Tensé la mandíbula y, cuando tenía sus labios a pocos centímetros de los míos, la voz de Ellie apareció, obligándome a alejarme de aquello que estaba a punto de hacer.

— No te gusto. — no era una pregunta. Y sus ojos, que al principio brillaban, se oscurecieron de tristeza.

— No sé por qué haces esto. No sé por qué he querido hacerlo. Y no sé por qué me rallo por estas cosas. — dije rendido y una diminuta gota cayó entre los dos.

— ¿Has sido tú? — me preguntó ella.

— No, no he sido yo. Intento controlarme, ¿entiendes?

Y de hecho lo hacía. Cada vez que intentaba no pensar en todo lo que vendría si en cualquier momento Allie Mawson y Keegan Mawson volvían, mi carácter se reflejaba en el clima; algunas veces había estallado y por poco inundaba el pueblo, otras solamente fueron tormentas normales y corrientes y últimamente solo había conseguido hacer chispear.

— Bien. ¿Seguimos buscando? — preguntó ella poniéndose delante de mí cuando quise aligerar el paso.

— Estuvimos ayer. Estoy cansado. Quiero estar un rato solo, ¿sabes?

Pero no me dio tiempo a seguir, pues algo me empujó y me estampó contra el suelo. Cassandra me miraba con el ceño fruncido y gruñó. Otra vez.

— ¿Crees que era necesario? — dije aún en el suelo. Y le empujé al suelo con la mente.

— ¡¡Eh!! — dijo ella pero se le escapó una sonrisa.

Puse los ojos en blanco y en cuanto quise retomar el paso, ella se abalanzó a mí para tirarme al suelo. Tenía todo su peso encima de mí y ella me tenía inmovilizado contra el suelo.

— ¿En serio? — le dije con las cejas levantadas. — ¿Qué intent…?

Y me besó. Cassandra se lanzó a mí cual león hambriento y en mi mente apareció los ojos de Ellie cubiertos en lágrimas. Sus labios susurraban mi nombre, su pelo se veía alborotado por un viento que causé yo, pues ahora empezaba a tener frío.

Y en la lejanía escuché un cuervo. 

Cuervo {EN PAUSA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora