Prólogo

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Toda historia que no se comparte a la siguiente regeneración está condenada a repetirse cuando el último testigo deja la tierra, la tradición oral debe compartirse para aprender de ella, aun si la misma varía con el paso del tiempo. La leyenda que estoy por relatarles es la de los primeros héroes en una era muy anterior a la nuestra, sobre un tiempo donde el hombre, las bestias y la magia coexistieron.

Durante tiempos de guerra, las bestias más despreciables, los bandidos y mercenarios sin ley, atacaban a los reinos aledaños, saqueando y devastando todo a su paso. Su líder era un necrófago que se hacía llamar a sí mismo All for One, que se enfrentaba a todo mago que trataba de detener a sus seguidores; así unidos por un mal en común los reyes de Meiyo to Yuki, Eien no Teikoku, Heiwa Shinja y Koseina Chusei, planearon una jugada contra él, al atacar una a una las bases de estos marginados hasta hacerlos recluirse en las lejanías de Akuyaku.

Al igual que ellos, una tierra sin rey o leyes que los penara, volviéndose también el centro del único mercado negro.

Durante las batallas, desde clanes híbridos y bestias mágicas se unieron a los humanos en su pelea. Los reyes crearon la tetrarquía, establecieron un ejército de caballeros para mantener a los bandidos en las lejanías y preservar el orden, y así fue por bastante tiempo; lo suficiente para que clanes se establecieran cerca del pueblo, pero no lo suficiente como para alterar su estilo de vida. Por lo que ver dragones transportando cargamento o en el mercado en su forma hibrida, vendiendo o comprando víveres, nobles, caballeros con bestias mágicas como mascotas, patrullando, brujas blancas, comprando hierbas de un boticario era bastante normal.

La vida era tranquila, gran parte del tiempo, las fechas festivas se vivían con gozo y apogeo.

Mientras en Akuyaku, All for One mantenía ojos y oídos en todos los reinos, esperando por el momento perfecto para volver, encontrar y encerrar a su hermano y esta vez coronarse a sí mismo con la corona de plata azul, sus simpatizantes lo veían como un dios; alguien más que humano, pero demasiado civilizado para ser una bestia.

Su hermano, con quien compartía lazos, lo veía como una propiedad, algo que le pertenecía por derecho, tanto su cuerpo como el poder que más tarde expresó como una contraparte de su propio poder.

Yoichi, subyugado por la fuerza, sé convivencia a sí mismo que en algún lugar del oscuro ser de su hermano mayor había una pizca de amor filial. Un mercenario fue testigo, se dio cuenta de que el chico sabía la clase de persona que era su hermano, pero no quería abandonarlo, por lo que a rastras y con All for One persiguiéndolos.

Yoichi le contó a Kudo sobre su don y decidió entregárselo con tal de que no terminara en manos de su hermano, sabían la pena y el dolor que All for One haría caer sobre la tierra, lamentablemente Yoichi murió por la mano de su propio hermano, pero al pasarle su poder a Kudo le pidió luchar contra su hermano por la paz del futuro y que -de ser necesario- buscara un sucesor a quien pasar el don.

Con el tiempo, todos aquellos que portaron valientemente el One for All morían enfrentándose al cáncer que representaba All for One. Todos los portadores pasados habían luchado al incógnito hasta el ascenso del octavo, quien logro herirlo gravemente.

Toshinori Yagi, octavo portador del One for All, continuó luchando por preservar la paz de los cuatro reinos como el legendario caballero All Might; se dice que durante la pelea que arrasó con Koseina Chusei -el reino del rey Toshihiro-, el caballero de la paz y All for One quedaron ambos gravemente heridos. El rey dio a los desplazados por esa pelea un lugar en su reino en lo que construían sus tierras, Night Eye, su consejero, le sugirió encontrar un heredero al cual pasar el don para al menos seguir reinando o perecer ante el desgaste de continuar como el caballero de la paz.

Maho No Fureku: La leyenda de los héroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora