Desde otro mundo

Capitulo 3

Entré a cenar había una gran caja de pizza sobre la mesa, yo hice un gesto de asco.
-Pensé que querías que hiciera amigos.

-Pensé que te gustaba la pizza.- dijo ignorando lo que dije.

-Si, me gustaba hasta que empezaste a ordenar pizza todo los días para cenar.

-¿Y que quieres que haga?

-Tu no podrás ni cocinar una ensalada...

-¿Bueno y que quiere comer la señorita?- dijo el en tono sarcástico.

-No te preocupes me haré un sándwich o algo así...

-¿Segura que no quieres pizza?- dijo el mientras masticaba un pedazo pizza.

-Que asqueroso...- susurré.

-¡Sigo aquí!- dijo todavía con pizza e  la boca.

Yo no tenía una buena relación con mi padre, el era muy inmaduro y flojo, yo era la que lavaba los platos, la que limpiaba la casa, la que hacia todo. Él en cambio estaba ahí sentado viendo la TV o salía con amigos. Yo tenía que ganar dinero trabajando de empaquetadora en el supermercado y de mesera en un restaurante.

Ya estaba cansada de comer pizza o sándwiches. Abrí el refrigerador para ver que había de comer, habían sobras de pizza, un par de tomates, medio paquete de ketchup y un trozo de carne cruda. Saqué una sartén y me puse a freír la carne, mi padre dijo:
-¡Huele bien! ¿Que estas cocinando?

-Nada que te merezcas comer.

-No tienes derecho a hablarme así.- gruñio el mientras entraba a la cocina.

-¡Y tu no tienes derecho a tratarme así!

-¿Así como eh? Soy tu padre y merezco respeto.

-¡No! ¡No Lo mereces! Un padre debería trabajar en vez de salir con amigos, un padre debería cuidar de su hija ¡No mereces ni que te llame padre! Yo soy la que se comporta como adulta aquí y sólo tengo 14 años! Tu tienes 52 y te sigues comportando como de 10! ¡¡Ya no te soporto, ya entiendo porque mi madre se divorció de ti antes de morir!!

El levantó su mano como si me fuera a golpear.

-¡No!- grité tratando de esquivarlo, pero de todas formas lo hizo, el me golpeó, me tomó de los brazos y me tiró a piso.

-¡Sal de aquí, no te quiero ver!- grito y me señaló la puerta que daba al jardín.

Yo salí corriendo y llorando entre la multitud de gente que había en las calles a esa hora.

Es un maldito infeliz.