"Estaba tan lleno de odio que no había lugar dentro de mí para sentimientos como el amor, la pena, la ternura, el honor o la decencia. De lo único de lo que me lamento es de no haber nacido muerto o simplemente no nacer."
- Carl Panzram
Historia ori...
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Época incierta.
Alrededor de las 11:30 p.m.
La noche siempre es el peor enemigo de una persona con insomnio, dudas hasta de ti mismo, te hace hundirte en lo más profundo regalándote una noticia verdadera: Vivimos en un mundo enfermo y triste, y nos encanta.
Hay momentos en los que es bueno temerle al mundo, hay mucha maldad en él, y no porque quiera ser malo, solo que las personas lo ensucian, le embarran todo lo que no deberían y termina siendo un lugar donde viven las personas más asquerosas y crueles que pueden existir, entre ellas; Simón Hoffman.
Edurne conoció a Simón muy poco, demasiado poco, solo le quedaron algunas cosas que él decía siempre, pero que le duele recordar, aunque secuestrarla no fue de lo más bondadoso, le enseñó que existe realmente un todopoderoso. Alguien que nos juzga desde arriba y nos invita a conocerlo, la única persona que podía comunicarse era él.
Muchas veces intento que Edurne también se comunicara, que ella fuera el nuevo cable de corriente para que el todopoderoso camine entre las calles vacías de Veldwit, buscando, buscando y buscando. Pero Edurne nunca podía, el todopoderoso no la aceptaba a ella, todavía estaba muy blanca.
"Solo los que somos una vasija agrietada y sucia nos convertiremos en los más fuertes, Edd" Solía decir Simón.
A veces, ella creía que era un loco, de esos que hablaban consigo mismos y lloraban en las noches por no poder ser libres, pero hubo una temporada en la que poco a poco comenzó a sentirlo.
El todopoderoso había conectado con Edurne. En ese tiempo ella puede asegurar que fue una experiencia que jamás olvidará, se sintió en su cuerpo pero parecía no controlar sus movimientos, veía todo a través de otros ojos, sus músculos parecían dormidos, pero ella estaba de pie, caminaba, reía, bailaba, pero no se sentía ella, se sentía como un jarrón al cuál alguien podía acceder sin preocupaciones.
Ahí fue cuando todo se descontroló.
Kendall
Se subía la cremallera a toda velocidad en el mismo tiempo en el que se metía bruscamente el zapato izquierdo, tomó su camisa con la mano libre y se la colocó antes de salir de su habitación, iba todo mal hecho, soltó un gruñido de frustración y apretó los labios mientras se amarraba los cordones.
"Menuda mierda." Pensó, sobre su estúpida confianza con el móvil.
Su mochila estaba tirada en el pasillo, justo donde él la había dejado anoche al prepararse para el día siguiente, la recogió mientras bajaba las escaleras a toda velocidad, ya no necesitaba guardar nada, al menos eso pudo hacerlo el día anterior. Si no se apresuraba iba a llegar tarde a la universidad, como siempre.