𝐒𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐒𝐒 | 𝐊𝐌

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—Entonces, ¿tiene un hijo? Cuantos años lleva trabajando para ti, ¿cinco años?

El mayor de ellos preguntó mientras les miraba de reojo antes de sorber de su café.

—Sí, por su manera de referirse a ellos, me atrevo a pensar que los tuvo hace poco.

—¿No sabias, idiota? —Hoseok tomó asiento mientras le daba un sorbo a su café, mirando a sus dos amigos que parecían sorprendidos por la noticia.

—¿Y tú sí? —escandalizó el menor de ellos.

—Sí, él me ha hablado de ellos, pero supongo que no sabías porque nunca le prestes atención a tus empleados y estás solo en esa burbuja de trabajo —se encogió de hombros, dando un asentimiento de cabeza a sus propias palabras —, y tú porque nunca estás por aquí —señaló al productor.

Después de que el protagonista de su conversación se fuera, Jimin de dirigió hacia la cafetería de la empresa para conseguir un café cargado, frustrado por la conversación que había tenido con su asistente. Afligido y exhausto.

Sus amigos quienes habían llegado en aquel preciso momento, le siguieron, hundiéndose a su pedido. En el transcurso de la espera, Jimin habló y les contó lo que había sucedido.

—¿Qué harás? ¿Aceptarás? —el pálido de ellos preguntó mientras le miraba intrigado por su respuesta.

—¿Eso acaso es legal? ¿En un jefe y empleado? Es decir, es su trabajo.

Jimin permanecía en un trance de incredulidad, sin procesar el desenlace de su conversación.

—¿Sí...? —Hoseok respondió, dudoso de sus propias palabras —, ¿por qué no?

—A ver... —Yoongi habló —. Poniendo las cartas sobre la mesa... Sólo fue una condición, es decir, hablamos de la junta de moda, en donde no van los asistentes —enfatizó su negativa.

—Además, por lo que dijiste, tú habías confirmado el no asistir, es obvio que haría planes. Jimin, él también tiene una familia que lo espera en casa, no sólo hablamos de una persona, sino que también de pequeños —el peli blanco le hizo saber, sonriendo con calidez que lograba instalarse en su desolado corazón, cubriendo su pecho de aquel sentir, borrando de a pocos la frustración en él.

—Sólo son pequeños, y serán algunas unas horas, todo saldrá bien, para los dos.

Quizá fue su tono de voz o las caricias que le entregaba al dorso de su mano que le hizo creerle.