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Lo que Mumyeong había utilizado para calmarlo no habían sido feromonas sexuales y Jihwa aún se sentía completamente sorprendido.

El plebeyo lo había acompañado a su casa justo antes del amanecer para evitar que alguien los viera, pero no había nada que hacer con el obvio hecho de que el aroma del alfa se había apegado a su piel.

Jihwa había agradecido casi a regañadientes, demasiado nervioso para hacer otra cosa que no fuera correr hacia dentro de su casa.

Notó en el rostro de los sirvientes que le trajeron el desayuno que el aroma del alfa era palpable, habían intercambiado miradas y luego hicieron preguntas cuidadosas, como revisando que no estuviera lastimado.

Jihwa no pudo darles la ropa para que se la llevaran, incluso cuando estaba limpio y cambiado por su ropa de dormir, se aferró al hanbok que había usado para salir.

Estaba anidando.

Hacía años que no anidaba y no se suponía que estuviera de humor para hacerlo ¡Había perdido a Seungho para siempre! Pero parecía que el instinto había dado por perdido al alfa hacía mucho tiempo.

Enterró su cabeza en la tela, respirando profundo el aroma que todavía quedaba en ella.

Tal vez solo estaba encantado porque nunca había estado expuesto a demasiadas feromonas alfas. Seungho nunca había tratado de calmarlo con sus feromonas: en sus peleas las había utilizado más que en sus encuentros sexuales.

Espantó esos pensamientos mientras aspiraba un poco más, disfrutando del aroma. Podía reconocer la menta, como el aroma del bosque que había recorrido tantas veces en su juventud, pero los matices de leña recién cortada lo hacía sentir más hogareño. Olía a libertad y hogar.

Incluso si estaba pagando por su atención, se sentía bien. No dejaría que eso le arruinara la paz que había logrado reunir.

Los dos días que siguieron se mantuvo dentro de sus tierras dejando que los sirvientes se encargaran de darle el té que necesitaba en los horarios establecidos. Sabía que su padre era quien les había pedido que lo vigilaran más así que no luchó contra los cuidados.

Jihwa caminó hacia la edificación apartada, la habitación fortificada que había sido creada cuando su naturaleza se hizo obvia. Nunca la había usado para pasar un calor con alguien, normalmente se encontraría en la Mansión Yoon y su padre haría como que si no supiera que no estaba en casa.

No estaba seguro si la utilizaría esta vez. No había preguntado directamente.

Estaba lo suficientemente lejos como para que los sonidos no molestaran a nadie, las paredes eran muy distintas, siendo de madera sólida para evitar que alguien entrara o saliera. Los sirvientes no podían entrar a la misma habitación que él mientras estuviera en calor por lo cual entraban a la habitación anexada, donde colocarían el agua caliente y los alimentos líquidos que podía beber, cada vez que él se encontrara más cuerdo se dirigiría hacia allí.

Había dos habitaciones más, por si empezaba a sentirse incomodo en una podía mudarse a la otra que siempre estaría más limpia y aireada, y donde seguramente habría más agua caliente y paños para limpiarse.

Jihwa hizo una mueca de dolor al ver los pequeños rasguños en la puerta que había dejado en su último calor, en su desesperación no había podido abrirla, estaban diseñadas para que solo pudiera hacerlo cuando tuviera un mínimo de sentido común.

⸺ ¿Quiere que cambiemos algo en particular, joven amo?⸺ Un sirviente que lo seguía en su inspección preguntó rápidamente, tal vez notando que se había detenido demasiado en la puerta. Jihwa negó con la cabeza sin entrar del todo a la habitación, olía a limpio, sin ningún rastro de feromonas. Lo hacía sentir un poco molesto aunque sabía que era una sensación tonta, que no tuviera sus feromonas no quitaba que fuera su lugar.

Todo lo que necesito [Mumyeong x Jihwa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora