sunflower, vol. 6

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Por la mañana Ni-ki sintió toda la fuerza que perdió debido a las devueltas volver a su magullado cuerpo, todo gracias al descanso y las atenciones de Sunoo, quien le había preparado tres comidas y un te que le ayudó con el dolor general de su cuerpo. Se sentía como nuevo.

Heeseung dio su concierto sin complicaciones y ambos durmieron en paz, abrazándose como lo hacían cuando eran pequeños. Esa costumbre no se volvía obsoleta, sin importar los años seguirían haciéndolo si lo necesitaban.

Entre los dos desayunaron y jugaron videojuegos amenamente. Al medio día Heeseung tuvo que ir a ensayar, por lo que Ni-ki se quedó estudiando solo en la habitación. Ya no sentía inquietud, solo tranquilidad. Al menos hasta que el timbre de la suite sonó.

—¡Voy!

Pensaba que se trataría de Sunghoon o Sunoo, pero no, allí estaba Jake sonriendo, haciendo a su corazón enloquecer.

—¿Qué haces aquí?

—Anoche no pude parar de preguntarme por qué crees que lo nuestro no es simple.

—Porque pronto descubrirás que en realidad no te gusto,  que mucho menos me adoras, corresponderás a mi hermano y yo estaré bien con eso. Eso sí es simple —explicó tajante, pero con desanimo en su voz.

—Yo y Heeseung no vamos a tener nada.

—No si sigues pensando que soy yo quien te gusta.

—Yo tengo claros mis sentimientos desde el principio, Riki, solo que no quieres verlo.

Ni-ki seguía reacio a creerse esas cosas, pero la mirada decidida de Jake lo estaba haciendo flaquear. Aun así, su baja autoestima llevaba la delantera.

—¿Por qué te gustaría alguien como yo?

Jake suspiró, metiendo sus manos en los bolsillos de su suéter.

—Ayer te dije unos cuantos motivos, pero me di cuenta de que en realidad no necesito motivos para que me gustes, solo me gustas, y mucho.

—Solo tengo diecisiete.

—Y yo diecinueve, no creo que dos años sean considerados un crimen.

—Heeseung gusta de ti.

—Y me siento halagado, pero no es quien me gusta, él tendrá que entenderlo.

—No quiero que él me odie —admitió.

—Y no lo hará. Heeseung no es así, tú lo conoces, es tu hermano.

—No puedo decirle que me gustas.

—Entonces yo lo haré por ti, ¿podrías dejar de poner excusas?

—¿Excusas para qué exactamente? —tragó saliva— Sólo estoy diciendo que no quiero herir a mi hermano.

—Riki —llamó acercándose, adentrándose en habitación y quedando a pocos centímetros de distancia—. Lo que ocurre es que sigues sin creértelo en absoluto ¿verdad?

Asintió torpemente, debido a la cercanía que lo alteraba. Ni-ki no estaba acostumbrado a que su cuerpo lo traicionara.

—Es difícil de creer, nadie nunca ha gustado de mí.

—La mitad de los bailarines están obsesionados con lo lindo que eres —empezó a contar Jake— y Seunghee, una de las asistentes no para de decir que eres adorable, al igual que Liz, y estoy seguro de que me faltan algunos.

—Ellos no gustan de mí —insistió.

—Definitivamente no eres bueno aceptando los sentimientos de la gente —casi resopló, manteniéndose sonriente, rodeándolo con sus brazos sin apretar— No te enteras de lo que tu existencia le hace a las demás personas.

—Tonterías.

Jake rió enternecido por su testarudez. No pudo soportarlo más y besó su frente, tratando de no hacer nada imprudente.

—Solo déjate querer, Riki, lo necesitas.

Ni-ki no respondió, solo permaneció inmóvil procesando toda la nueva información. Trataba de recordar sus interacciones con las personas que Jake nombró. Para él todo era normal y lógico, los demás le trataban gentilmente porque así lo hacía él.

No es que pensara ingenuamente que en la vida todo lo que dabas a los demás te sería devuelto en la misma medida, no todos lo hacían, pero él no consideraba que lo que ofrecía a los demás era demasiado. ¿O quizás sí? Esa posibilidad significaba muchas cosas que él no quería sobre analizar. Le gustaba la paz, y últimamente no la estaba consiguiendo.

—¿Me dejas pasar? —pidió el mayor sin soltarlo.

—Ya estás adentro —. Los brazos que lo rodeaban lo presionaron, haciendo que su pecho y el de Jake se tocaran. La calidez le sobrecogió.

—Cierto.

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