Capítulo 11

9 1 0
                                    

Chloe

La situación parece más complicada de lo que pensaba. Un par de motos de la policía han encendido la sirenas y varias linternas nos persiguen entre los árboles. 

Una redada. Alguien debió de dar el chivatazo.

Tropecé muchas veces culpa de los matojos pero Tristán me agarraba con fuerza llevándome con él. Corrimos todo lo rápido que pudimos, prácticamente a ciegas. Comencé a respirar entre cortado, físicamente no estoy preparada para esto.

—No puedo, para — suplico.

—Casi hemos llegado.

—No puedo, no puedo... —repito cuando tiro de su brazo al frenar y llevo mis manos a las rodillas.

Echo un vistazo a las luces que se acercan a nosotros con velocidad, no quiero rendirme pero no puedo respirar. Sin previo aviso, Tristán me agarra por los hombros y me aprieta contra él. Mis manos están atrapadas entre nuestros pechos creando una pequeña distancia, temo levantar la cabeza y encontrarme con su boca a una distancia más cerca de lo permitida. 

—No te muevas —me pide.

—Nos van a pillar —me retuerzo inquieta. Sus brazos me tienen atrapada.

—Shh, confía en mi. No hagas ruido.

La policía estaba a segundos de alcanzarnos.

Sí. Iré a la cárcel. 

Adiós vida.

Pero entonces una sensación cálida se expandió por mi cuerpo. Una pequeña vibración interna me recorrió desde la cabeza hasta la punta de los pies. Todo pareció verse algo borroso y cuando las linternas de la policía llegaron, no se detuvieron. Pasaron por nuestro lado como si nada, perdiéndose en la maleza.

Miré confusa hasta que se alejaron lo suficiente para que el silencio y la oscuridad de la noche nos envolviese otra vez. Noté como a mi espalda Tristán encendió una linterna y se alumbró a la cara.

—¡Bu! —exclama a media voz.

—¿Qué has hecho?

—Salvarte de una mala noche —sonríe.

—¡Han pasado por nuestro lado como si no existiéramos! —digo sorprendida—. Como si no fuéramos nada, como si no estuviéramos aquí, como si no importáramos...

—Chloe, acabas de experimentar lo que significa ser fantasma por unos minutos.

Reprimo un gemido de culpabilidad y trato de alejarme pero sus brazos siguen rodeando mi cuerpo.

—Ya puedes soltarme —le pido.

—No, gracias. Así estoy bien.

—Hablo en serio.

Con una risilla aflojó y retrocedí un paso. Analicé su rostro perfecto, sin ningún rasguño tras la pelea. El chico se alumbró todavía más con la linterna y levantó las cejas con arrogancia.

—¿Te gusta lo que ves?

—¿Con que, "El Rubiales", eh? —Tristán se encoge de hombros.

—El nombre es cosa de Astri, yo solo pongo los puños.

Hace un mini gesto con ellos peleando contra el aire.

—¿Por qué? —levanto los brazos en el aire, indignada— No es un perfil que vaya contigo.

Tristán suelta una carcajada y avanza un paso hacia mí.

—¿Y qué perfil va conmigo, Chloe?

—Reconozco que si todavía conservara la primera impresión de nuestro reencuentro, no me sorprendería verte involucrado en esto —admito—. Pero no tienes pinta de ser un pandillero.

El alma de un Sine DieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora