Chloe
Agitando el dedo formé un pequeño remolino caliente sobre el humo que ascendía en mi taza de café. Después le di un pequeño sorbo y aparté la lengua molesta por el quemazón. Estaba decidida en aprovechar la tarde y adelantar mis trabajos de la universidad. Se me acumulaba el trabajo y por si no fuera poco, Lucas me había convencido para apuntarme al concurso de canto en lengua de signos.
Porque me encanta añadir a mi vida tareas estúpidas en vez de centrarme en lo importante. 👍
Tras dos silenciosos días, Dux despertó. Y pronto descubrió que, tal vez, haber alargado sus horas de sueño hubiese sido lo mejor.
—"El michí está malito, pobrecito angelito, despertó de sus siesta, ¡Y nos vamos de fiesta!"
Sentada en el sofá, Natalia agarra al pobre guía espiritual como a un bebé y termina de colocarle unos zapatitos azules mientras canta su propia versión de La ventanita. Lo balancea en el aire y lo aprieta contra su pecho, mientras tanto la víctima maúlla molesta.
—Siento que tengas que pasar por esto —me disculpo al gato.
—¿No me dirás que así no está más guapo? —sonríe Natalia— Ya no da mala suerte.
Puse los ojos en blanco y me senté en una silla frente a ellos.
—No te encariñes, hay que devolvérselo a su dueño— le recuerdo. Ella bufó.
—Ése inútil no te quiere —le habla al gato— Nosotras somo mejor que él. Te alimentaremos, jugaremos contigo y te compraré ropita temática para navidad.
Dux dobló la cabeza apurado y yo solté una carcajada.
—Tristán sí que lo quiere —defiendo— seguramente sea la única cosa que quiera de verdad.
Natalia borró su sonrisa y tumbó al gato con cuidado a su lado.
—Sigo enfadada —me recuerda— pero no cambia que sigues siendo mi mejor amiga. ¿Qué te ha hecho esta vez? ¿Puedo patearle el culo ya?
El tono de su voz pedía a gritos luz verde. Negué con la cabeza.
—Tranquila, lo más seguro es que no volvamos a vernos —suspiro.
—¿De verdad? Si no hubiese sido por la terrible sorpresa de tu traición, cualquiera diría que estuvisteis a punto de fusionaros —arruga las cejas recordando su pillada magistral en mi cuarto.
—Ni aunque quisiera —digo a mi pesar— Tristán y yo nos hemos reencontrado en un contexto algo... dramático. Creo que teme lo que pueda pasar.
—¿Dramático? ¿Tiene miedo de acostarse con la chica más guapa que va a conocer en su vida? —se ríe.
—¡Natalia! —me alarmo mirando al gato— Es más complicado que eso. No podemos tener una relación de amistad normal, hay... muchas cosas que... no coincidimos.
Dux pareció acomodarse en el sitio para escuchar mejor. Escondió sus patitas debajo de su cuerpo y levantó la cabeza.
—Ya sabes lo que opino de él —responde Natalia con suavidad— tiene algo que no me gusta, una vibra extraña... A demás se junta con Astri y esos frikis que se metieron contigo.
—Vítor también.
—Ya no —dice tajante— anoche por llamada, me contó que había cortado lazos con las personas que distribuían su dinero. Saldó sus deudas y no volverá. En cambio Tristán sigue peleando, hasta donde yo sé.
Si el portugués había abandonado las peleas, también había abandonado a Tristán.
—¿Natalia, estás segura de lo que dices? —insisto mirando a Dux preocupada.

ESTÁS LEYENDO
El alma de un Sine Die
Novela JuvenilChloe vive obsesionada con el último recuerdo de Tristán. Aquella mirada perdida que dejó antes de que aquel accidente se lo llevara. Durante todo este tiempo ha tenido muy claro que no pudo salvarse, que el chico murió. Sin embargo, no contaba que...