No puedo creerlo.
No puedo creer que haya pasado por todo este juego absurdo para recibir esa estúpida respuesta.
Yo no merezco que se burlen de mi.
No merezco sentirme avergonzada, débil y humillada ante nadie.
Y mucho menos ante él.
—Vete a la mierda —contesto. Y sin más, doy media vuelta y me marcho.
—Tristán, eres un imbécil— escucho la voz de Astri a mis espaldas.
Nunca tendría que haber aceptado jugar a esto, perder mi tiempo en descubrir algo que estaba claro.
Nunca le pasó nada malo a Tristán, todo fue una estúpida broma de mal gusto de mi propia cabeza.
Me maldigo a mi misma por esto. ¿En qué estaba pensado? Solo es un idiota al que no le importa nada. Es esa actitud misteriosa y seductora la que me ha hecho venir hasta aquí, admito que mis hormonas me han pasado una mala experiencia.
Sí, debe de ser eso.
Pero se acabó. No quiero volver a saber nada de él, no quiero volver a verle el pelo jamás.
Camino a paso rápido hasta salir de la casa. Estoy tan enfadada que ni siquiera me atrevo a ir en busca de mis amigos, lo último que necesito ahora es un "Ya te lo dije" de Natalia.
Al salir, me apoyo unos instantes en el muro que rodea la casa. Me llevo las manos a los bolsillos comprobando que lo tengo todo: Llaves, dinero, tarjeta del metr...
Mierda
Me golpeo mas fuerte por todo el pantalón pero la tarjeta de metro no está. Tendré que pagar una nueva o volver en taxi. La segunda opción no pinta tan mal. Es tarde, estoy borracha, enfadada y dolida.
Con un poco de esfuerzo y agarrando valor para caminar sola, me alejo de la casa. No obstante, escucho como detrás de mi alguien corre y cuando lo tengo a una distancia lo suficientemente cercana, me giro y con brusquedad lanzo mi puño adelante para defenderme.
Nadie me va a atacar hoy.
Ridículamente golpeo el aire y tropiezo a punto de caer al suelo. Aunque parezca mentira, la acción me ha gastado energía y la poca luz que hay al rededor nuestra, me obliga a que achine los ojos intentando ver a mi posible agresor. Mientras, apoyo las manos en las rodillas recuperando el aliento.
—¿Pero qué haces? —dice una voz masculina— hasta para pegar tienes mala puntería también.
Agarro mi móvil y lo alumbro a la cara. Una risa poco amistosa se escapa de mis labios y me pongo recta para encararle.
—Ojalá te hubiera dado en la cara.
—Vale, estás borracha —entiende—Tal vez me pasé con la cantidad de los vasos...
—¿¡Borracha!? —casi chillo— ¡Estoy cabreada!
Puedo distinguir las facciones de su rostro, está serio pero aparentemente tranquilo.
—Chloe, escúchame...
—No.
—Estaba bromeando —Intenta arreglarlo.
—¿Bromeando? ¿Crees que lo que pasó aquel día es un tema divertido de hablar?
—Por supuesto que no —dice seriamente.
—No estoy de humor para que me vacilen, Tristán.
—No debería haber dicho lo de antes.
— Lo que no deberías, es haber aparecido otra vez en mi vida. ¿Por qué lo has hecho? ¡Estaba tratando de superarte!
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El alma de un Sine Die
Novela JuvenilChloe vive obsesionada con el último recuerdo de Tristán. Aquella mirada perdida que dejó antes de que aquel accidente se lo llevara. Durante todo este tiempo ha tenido muy claro que no pudo salvarse, que el chico murió. Sin embargo, no contaba que...