Se despertó como todos los días. Con el frío de su cama y la soledad presente en todo momento. Se giró al otro extremo de la cama esperando verla, o mejor... sentirla... pero otra vez. No fue así. Suspiró casi sollozando y no tuvo más remedio que levantarse de la cama. Con pasos lentos se dirigió al baño para proceder con aquella aburrida y monótona rutina que ya llevaba tiempo haciéndola. Mojó su cara con agua fría, una y otra, y otra, y otra vez. Como si intentara despertar de esa cruel realidad.
Cuando se dio cuenta de que no iba a suceder, su rubia no estaría en la cama dispuesta a comerla a besos, no la esperaría con el desayuno en la cocina, simplemente... no estaba. Abrió su armario desordenado y con prendas que para nada llamaban la atención, la mayoría en tonos grises y negro, una que otra prenda blanca. Volvió a suspirar. Esto se hacía más difícil con el pasar de los días. Se puso un pantalón de tiro alto negro, una blusa cualquiera que se cruzó por delante y un buzo blanco, por un momento pensó que necesitaba algo de claridad. Bajó sumiéndose en el silencio de su cocina en tonos negros y dorados. Los muebles casi nuevos la llamaban, ella los ignoraba.
Se preparó su ya conocido café negro, agrio, sin una pizca de azúcar y se sentó en la silla de la barra para poder tomarlo. Miró su celular que esta a unos pocos metros de ella, muy en el fondo estaba esperando que un mensaje lo ilumine, un mensaje que nunca llegó. Lo tomó a desgano viendo algunos mensajes y llamadas perdidas del trabajo. Nada importante, pensó y lo dejo de lado. Terminó su café, lavó la taza, la dejó sobre la mesada y volvió al baño. Se lavó los dientes y nuevamente la cara, aunque para su desgracia seguía en el mismo plano.
Tomó las llaves de su auto y salió de casa. En el interior de su Mini Cooper, el auto favorito de su esposa, el silencio también la acompaño. Sonrió ante el recuerdo y su playlist se puso en automático. Unos bocinazos de un auto detrás de ella la alertaron y tiro el celular a un lado para volver a tomar el volante. Hizo señas de disculpa a través del espejo y siguió su camino. Nuevamente en silencio.
Suspiró antes de entrar al gran edificio ya conocido, aquel que se había vuelto un paseo en su rutina diaria. Entró y conocidas sonrisas lastimeras se dirigieron a ella junto con unos asentimientos de cabeza a los cuales respondió. No hacía falta que se registrara, ya la conocían. Tomó el ascensor y toco el botón del piso número ocho. Las puertas se cerraron al igual que sus ojos y volvió a suspirar. La gran caja de metal volvió a frenar y las puertas se abrieron encontrándose un cúmulo de gente que la dejó pasar con una sonrisa de lado.
Sus manos sudaban, estaba nerviosa aunque ya no debería estarlo, ya se debió haber acostumbrado. Su respiración se aceleró cuando llegó a la puerta que la separaba de... ella. Tomó una gran bocanada de aire y abrió. En el interior igual que ayer, antes de ayer, y 6 meses atrás, estaba ella. Postraba en una cama llena de cables, inconsciente hasta el punto que la medicina sabía. Sin hablar, sin moverse, sin oír. Solo respirando con ayuda de una máquina. Sin vivir como debería hacerlo. Teniendo una persona con el corazón roto acompañándola.
Simplemente.... Estaba en coma.
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Mi Mundo es Mejor si tu Estás en el
FanfictionElla solo quiere recuperar al amor de su vida...