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Desde que Geralt conocía a Jaskier, pocas veces fue él quien lo buscó, pero cuando lo hacía no tardaba en encontrarlo, como si el bardo supiera que iba tras él y le facilitara la tarea yendo directamente en su dirección.

Por supuesto, luego del suceso en la montaña fue casi imposible dar con su paradero, pero no creyó que algo así volvería pasar, eso de buscarlo desesperadamente por todos lados sin ninguna pista, como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra.

Debería haber aprendido. Por fin lo había encontrado, ¿por qué no se aferró a él con todas sus fuerzas, como si la vida se le fuera en ello? ¿Lo había dado por sentado otra vez?

No, no fue eso. El Jaskier que había encontrado no era el verdadero, era un envase sin nada adentro. No era su culpa que hubiera priorizado la búsqueda del verdadero Jaskier, su única intención fue proteger el recipiente mientras encontraba el alma.

No había hecho nada mal esta vez, ¿no? Entonces, ¿por qué volvía a sentir que el mundo se le venía encima?

Luego de dos días cabalgando sin parar, por fin acababa de romper la puerta donde se suponía que vivían Jaskier y la hechicera, pero en su lugar, una familia lo recibió con miradas aterrorizadas. Él se quedó estático en la entrada, respirando agitado y con el corazón latiendo más rápido que nunca.

Había vuelto a perder a Jaskier. Yennefer se lo había llevado y no sabía por qué, ni mucho menos cómo encontrarlos. 

✺✺✺


Cuando Yennefer abrió los ojos, la inmensidad del océano la recibió en seguida. Sus pies estaban enterrados en la arena, y aunque el escenario pudo traerle amargos recuerdos, por alguna razón sólo se sintió en paz.

No a muchos metros, Jaskier estaba sentado de espaldas a ella. Tragó saliva, el nerviosismo no era algo a lo que estuviera acostumbrada, pero no pudo evitar sentirlo en ese momento.

Se obligó a acercarse a él y, sin decir nada, se sentó a su lado.

—Hola, Yenn —escuchó en un tono amable, y se sorprendió tanto que se giró para encontrarse con los atentos ojos azules que ya la observaban con una sonrisa.

—Jaskier —asintió por lo bajo en un saludo. Este no era el mismo Jaskier al que había cuidado durante meses, este Jaskier tenía sus propias opiniones, y claramente expresaba lo que sentía. De pronto, sintió miedo, y se dio cuenta de lo egoísta que fue durante todo este tiempo. Se dijo a sí misma que amaba a Jaskier, pero ni siquiera lo consideró una persona realmente, no fue más que un muñeco para ella, un juego para compensar su vacío.

—Quiero disculparme —dijo el bardo volviendo a mirar el frente, y ella se quedó estática por la confusión, observando atentamente su rostro iluminado por el reflejo del sol en el agua—. Siempre actué como si fuéramos rivales —explicó él—, pero no has hecho más que cuidarme aún cuando no has tenido ningún motivo para hacerlo. Gracias, Yenn.

No supo qué decir. Su garganta estaba apretada en ese momento y sólo atinó a mirar el mar también, pensando que no merecía esas palabras.

—Puedes pedir tu deseo —continuó Jaskier, y aunque la sorpresa casi la hizo saltar en su lugar, se obligó a seguir mirando hacia el frente—. Sé que eso estabas intentando hacer, y me alegra poder decirte antes que no te sientas culpable por pedirlo. No me importaría morir, si es que eso ocurre.

Ante eso, no pudo seguir callada: —No lo haré, buscaré un Djinn por mí misma, no tienes que preocuparte por eso —decidió en el momento—. Fue un impulso estúpido, así que quédate tranquilo.

Empty | GeraskierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora