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Una pequeña de ojos grandes iba corriendo por el mercado de aquel pueblo

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Una pequeña de ojos grandes iba corriendo por el mercado de aquel pueblo. Huía de unos niños mayores que ella, los cuales querían robarle la comida que había comprado.

Se le atravesaba a la gente que caminaba por ahí recibiendo los regaños y quejas de estos, sin embargo en ningún momento permitiría que aquellos matones le quitarán la comida en la cual su hermano se había esforzado tanto para tener con que comprarla.

Dió vuelta en un callejón sin salida, pero antes de que los varones pudieran alcanzarla la pequeña trepó rápidamente hacia una ventana que estaba abierta en uno de los edificios de ahí. Se colocó a la orilla tratando de no ser vista y escuchó atenta lo que sucedía afuera.

¿Dónde está? —preguntó uno de los varones que la perseguían.

—No lo sé, de seguro se fue a refugiar con la señora de los vestidos.

Sigueron hablando por un par de segundos y finalmente se fueron. La niña soltó un suspiro de alivio para después mirar sus compras. Afortunadamente no todo estaba maltratado.

Se puso de pie y sacudió la falda de su vestido, posteriormente sus ojos comenzaron a explorar el lugar dónde había entrado. Parecía un pasillo y justo al final de este habían unas escaleras.

Decidió empezar a caminar con cuidado, pero mientras más avanzaba, más se escuchaba una melodía pegajosa. Una combinación de violines y acordeones junto a otros instrumentos que la menor desconocía. Llegó hasta el final del pasillo y logró ver como en la planta baja se escuchaban muchas voces, unas riendo y otras simplemente charlando. Y una vez que sus pasos llegaron hasta al final de la escalera observó en dónde se había metido.

En una taberna...

Era un poco pequeña pero aún así se sentía un ambiente muy alegre y divertido. Sus ojos nuevamente de pasearon hasta que vió como en una esquina se juntaban varios hombres y mujeres. La curiosidad la invadió y decidió ir a ver qué era de lo que hablaban.

—No solo es una tierra perdida... Se dice que ahí abunda una gran cantidad de joyas, plantas y animales que nunca se habían visto —bebió de su tarro—. Como los dragones...

Una risa por parte de la mayoría se escuchó, sin embargo la pequeña siguió escuchando atentamente.

—¡Puff! ¡Por favor! Algo me dice que tanto alcohol en tu cuerpo te está comenzando a afectar.

—No. Mi bisabuelo me dijo que el convivio con esos dragones... Decía que eran seres realmente grandes y fuertes. Y con poderes igual de increíbles.

Los ojos de la de menor estatura se iluminaron. ¿Dragones? Solo leyó de ellos una vez en algún libro de su hermano... ¿En verdad eran reales?

Ella no pudo evitar interesarse demasiado en aquel tema, por lo que comenzó a perseguir a aquel hombre para que le contara de esas tierras.

«𝘓𝘢 𝘢𝘷𝘦𝘯𝘵𝘶𝘳𝘦𝘳𝘢 𝘺 𝘦𝘭 𝘥𝘳𝘢𝘨𝘰𝘯»  Bakugo Katsuki X Lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora