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El sonido de sus zapatos era lo único que se podía escuchar por el pasillo en el que era guiada por las tres chicas que conoció ese día

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El sonido de sus zapatos era lo único que se podía escuchar por el pasillo en el que era guiada por las tres chicas que conoció ese día. Las miradas sorprendidas y de desaprobación por parte de las demás personas que veía conforme avanzaba, eran imposibles de ignorar, por lo que en un intento de distraerse de aquellos ojos que no se le despegaban, inició una conversación con sus acompañantes.

—Por cierto... No me han dicho sus nombres.

—Oh discúlpenos, con tanta cosa me olvidé de la presentación —respondió la pelinegra con una sonrisa —. Mi nombre es Momo Yaoyorozu. Soy la guerrera al mando de todas las tropas que sirven a su majestad, el Rey Katsuki Bakugo.

—Yo soy Mina —dijo entusiasmada está vez la de piel rosa con una gran sonrisa plasmada en rostro —. Guerrera a cargo de la protección del pueblo.

—Yo me llamo Kyoka —esta vez fue la pelivioleta quien tomó la palabra —. Me encargo de vigilar del bosque, aunque también soy una guerrera.

—Esperen un momento... Si todas son guerreras, ¿Por qué se están comportando ahora mismo como si fueran unas criadas del castillo? —preguntó incrédula —. Sobretodo tú, Momo. Eres la que más poder tiene acá después del rey.

Las tres féminas solo pudieron soltar una risa por la expresión que había hecho la humana.

—Eso es porque no hay peligro en el reino. Actualmente nuestros verdaderos puestos no son tan relevantes por lo que no hay mucho trabajo que hacer en ellos —respondió con tranquilidad Momo —. Así que muchos de nosotros decidimos ofrecer servicios como este al rey y a la gente del reino.

—¡Exacto! Prefiero ayudar con la siembra o con lavar sábanas en el castillo, a estar paseandome con armas y cara de mala cómo estúpida por el pueblo sin nada que hacer —volvió a reír Mina —. La única que ha tenido cosas interesantes en sus labores es Kyoka, quien fue la que la descubrió cuando entró al reino.

La chica mencionada, solo puso darle un golpe con su codo a su amiga, avergonzada por como había sido expuesta.

—¿Tú viste cuando llegué?... —asintió —. Entonces, ¿Por qué fue aquel quien me encontró?

—Bueno... para ser sincera, la descubrí desde poco antes de llegará hasta acá —miró hacia otro lado mientras explicaba —. Una vez que ví que realmente había entrado al reino, le notifiqué primero al rey y después fue él quien me dijo que no me involucrara más, ya que era algo de lo que él mismo debía ocuparse... Perdón si por mi culpa la pasó mal —dijo después de un corto silencio.

—Oh no, no debes disculparte. Tú solo cumplirás con tu trabajo, tranquila —sonrió —Por cierto, ya no me hablen de usted, por favor. Pueden tutearme y decirme ______ sin problemas.

«𝘓𝘢 𝘢𝘷𝘦𝘯𝘵𝘶𝘳𝘦𝘳𝘢 𝘺 𝘦𝘭 𝘥𝘳𝘢𝘨𝘰𝘯»  Bakugo Katsuki X Lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora