V.

574 104 4
                                    

Fueron a comer, tomaron un café, pasearon por la ciudad, rieron y charlaron. En algún punto de la tarde Ethan lo supo, con una absoluta certeza, que estaba enamorado de Chloe Valenti. Ciertamente, él siempre había sentido un enamoramiento hacia ella, una inexplicable fascinación por la luz que parecía irradiar cuando sonreía, pero ahora era diferente. Tenerla cerca, verla a veces vulnerable y a momentos risueña, hacía que todo tomara otro cariz. Y no sabía si era demasiado pronto, o si quizás habían sido años y lo único que había esperado era esa chispa, esa oportunidad que la encendería.

Ethan no soltó en ningún momento su mano y Chloe no protestó. Pasado el primer momento, no parecía importarle que los miraran o encontrar a alguien que pudiera reconocerlos. Eso le gustó, se sintió orgulloso de estar estrechando en su mano la de ella, de acompañarla, de cuidarla.

Porque se había propuesto hacer que tuviera un maravilloso fin de semana, hacer todo lo que pudiera para que volviera a sonreír tan brillantemente, aún si solo era de manera fugaz. Él podría seguir intentándolo, una y otra vez. No importaba cuánto llevara, quería intentarlo.

–Gracias por estas horas a tu lado, Ethan. Significan mucho para mí.

–Chloe, sé que te parecerá una locura lo que voy a decirte...

–¿Una locura?

–Creo que estoy enamorado de ti.

–Ah.

–Sé cómo suena. Yo... no sabía si debía decírtelo.

–¿Por qué? ¿Por qué apenas me conoces y es imposible enamorarse en tan poco tiempo?

–¿Quién lo dice?

–La lógica. Eres demasiado joven, Ethan y esto solo lo demuestra.

–No es así, la edad no tiene nada que ver.

–Aunque no quieras reconocerlo, es lo que es.

–Chloe –Ethan clavó sus ojos en ella–. ¿Qué sientes por mí?

–¿Ethan? ¿Cómo puedes...? –Chloe tragó con fuerza, sintiéndose visiblemente nerviosa bajo su escrutinio–. No puedes pretender que yo... es imposible que yo...

–¿Nada? ¿Algo? –Ethan ladeó el rostro, con curiosidad–. Dices que estoy enamorado de ti y puedo reconocerlo así porque soy demasiado joven. Pues, en ese caso, tú deberías saber, con ayuda de la lógica, qué exactamente sientes por mí.

–Ethan, por supuesto que siento algo por ti.

–Ah. ¿Y qué es?

–Yo... –Chloe, a pesar de la sorpresa, respondió al beso rápido que él había robado–. ¡Ethan!

–¿Sí, Chloe?

–¿De qué serviría que te dijera lo que siento? Es demasiado pronto, innecesario y no tiene razón de ser. Tú... estás pasando por mi vida, así como yo por la tuya. No nos quedaremos el uno con el otro, así que, ¿para qué complicarlo?

–Ah... entiendo. Ya estás pensando como despedirte de mí.

–Ethan, no es necesario complicarlo. Tengamos estos días, juntos, si eso es lo que quieres... luego, tú puedes seguir con tu vida y yo con la mía.

–Sí, quiero eso. Para empezar. Pero, no es todo, Chloe.

–¿Es necesario que me lo digas?

–Sí, porque no quiero que luego digas que no te lo advertí.

–¿Debería sentirme intimidada?

–No. Solo resignada, Chloe Valenti. Porque en adelante, no te será tan fácil librarte de mí. No volverás a sentirte sola.

Encuentros (Sforza #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora