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Dieron los tres pasos. El equipo contrario cayó por la fuerza que ejercían hacia el otro lado. Su cuerpo quedó colgando, la punta de su pie en el suelo y la fuerza de sus compañeros era lo único que la enlazaba a la vida. Los ojos se abrieron más, su boca se abrió por el dolor en su abdomen.
─ ¡No suelten la soga! ¡No suelten la soga! ─ demandó, veía el vacío, la altura de la plataforma al suelo.
─ ¡Jalen! ─ grita San-gwoo, asustado de que algo suceda con la chica. Sus pies vuelven a tocar el suelo ya lista para tirar otra vez. El equipo rival perdió parte de su estabilidad, dejándolos a merced del destino.
Las manos estaban entumecidas de tanto ajetreo, aun así, siguió jalando con todo lo que pudo dar. Finalmente, el otro equipo cae, pero desgraciadamente el peso de todos en el aire se fue contra ellos, arrastrándolos también. Sus zapatos hacían fricción con el suelo, el cuchillo da el corte final. Liberándolos de la fuerza y cayendo al suelo.
Los pulmones exigían un poco de aire, infló su pecho tratando todo el oxígeno que podía y soltarlo nuevamente. El techo era lo único a la vista, juró ver pequeñas luces adornarlo con colores. Estaban alucinados, habían ganado, bendecidos con otra oportunidad de volver a sus camas más tarde.
Lograron subir al elevador casi arrastrándose. Observó sus manos con cortes y rojas por el roce anterior. Dejó caer su cuerpo en la pared, la voz de ese hombre rezando le ponía de nervios.
─ Oye ¿A quién le estas rezando? ¿A Dios? ─ interrumpe una chica ─. ¿De verdad crees que estás vivo gracias a Dios? Si sigues respirando y moviendo esa boca es gracias a ese anciano. Y a esa ahí, que se le ocurrió una técnica de último minuto. Entonces si vas a dar las gracias, agradécele a ellos.
─ Dios ─ nombra Victoria sonriendo ─. Tu maldito Dios está muy ocupado atendiendo a personas que mueren de hambre, guerras y su mismo reino, si es que existe. ¿En verdad crees que se fijará en una escoria como tú? ¿Cómo nosotros? Tu Dios está en contra de todo lo que somos, por eso no nos ayuda. Sobrevivimos por nuestros propios medios.
─ Pobre oveja perdida ¿No escuchas los gritos de los que fueron clavados en la cruz hoy? Por su sacrificio y sangre es que estamos vivos. En nombre de todos nosotros pecadores, di gracias por su sacrificio. Y por la elección hecha por el de arriba y dije una oración.
─ No es cierto ─ retoma la chica de piercing ─. Tú los mataste.
─ Tiene razón, eres tan culpable como todos aquí ─ le sigue otra vez Victoria. Vuelve a recitar las mismas palabras en cuchicheos.
