Capítulo 3. Hecho de mentiras

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Capítulo 3. Hecho de mentiras.

El día estaba terrible, completamente nublado y frío con su melancolía cayendo por todos lados y contagiando la mente de MC con pensamientos deprimentes. No era una entusiasta de los días así, por lo que le era inevitable sentirse inquieta en esos instantes, como si se tratara de un mal presagio. Dieron las 4:25 de la tarde, la joven estaba arropada en el sillón, entre sus mantas trataba de leer, no lograba concentrarse, se había ido del trabajo temprano por la falta de algunas evidencias, además que Leo se encontraba resolviendo su situación con su ex y era algo aburrido estar trabajando sola allá. Escuchando la sinfonía estruendosa que el cielo traía consigo, sus pensamientos divagaban entre sus dolorosos recuerdos, había tanta pena en su corazón que era imposible que pensara con racionalidad. El clima no iba a cambiar, quizás lo mejor sería hacer algo de provecho para tratar de olvidar los tragos amargos. Hizo a un lado las suaves mantas que le tapaban todo el cuerpo he inmediatamente se llevó un escalofrío al notar la baja temperatura, se puso algo abrigador y caminó descalza hasta la cocina, esa tarde necesitaría mucho café.

En otro lado de la misma ciudad, se encontraba un muchacho frente a su computador, buscando más datos que le pudieran llevar al paradero de sus perseguidores. El cansancio se notaba en su rostro, no había dormido en un largo rato pues sus presiones se acumulaban cada vez más dado que el FBI volvía a poner sus ojos en su persona, todo el tiempo trataban de seguirlo como un montón de sabuesos furiosos, aunque él se las arreglaba para salirse con la suya. Apenas esa tarde pudo acceder a la información de un agente primerizo que no tenía resguardada la información con mucha seguridad, fue la opción más sencilla ya que cuando quiso entrar al sistema del FBI sin querer activó la alarma que puso a todo el mundo en una alerta masiva, haciendo que se complicaran las cosas. Al menos ahora sabía que ya habían vuelto a retomar su caso. Sonrió con arrogancia y se mofo de sus supuestos rivales que solo tenían en sus manos los anteriores videos que publicó a todos esos políticos corruptos, a esos defensores de la justicia que decían proteger a su gente y solo la ponía en más riesgo, sus mensajes iban dirigidos a la escoria de la humanidad.

-Todo por cortesía del oficial Morgan, pues muchas gracias, idiota. -Dijo con la voz cargada de burla-. Aun no tienen nada interesante, solo que ya saben que Nymos es una sola persona.

Siguió revisando los datos cuando vio el listado de personas que trabajaban su caso, un nombre en específico que lo sacudió por un momento. No podía ser posible.

-Con que hay una MC en el caso ¿Cuántas mujeres deben llamarse así hoy en día?

Podría ser coincidencia que su compañera y la detective que lideraba su caso se llamaran igual, lastimosamente no creía en las coincidencias, por lo que lo tendría bien presente en el futuro. Enserio esperaba que no fueran la misma persona, las cosas se pondrían aún más complicadas de lo que lo eran ahora. Pasaron unos minutos y una idea ya rondaba en su cabeza, era un tanto extremista pero las circunstancias eran desesperadas, pondría cámaras en la casa de MC. Esto con el fin de saber que ella le estaba siendo honesta con sus intenciones, debía cuidarse de mantenerla vigilada para estudiar su comportamiento, en algún momento podría decir algo que la delataría y ahí estaría él para aprovechase de eso. No podía darse el lujo de confiar con los ojos cerrados en cualquiera, aunque para ser honesto consigo mismo ya estaba cansado de no poder confiar ni en su sombra, las dudas que lo asaltaban hacían que sus nervios despertaran despavoridos. No pudo hackear las cámaras de sus dispositivos, ya que se encontraban bajo una encriptación demasiado compleja, por lo que no le era posible acceder sin ser descubierto en el intento. En cambio, con las cámaras en su casa no tenía que pasar por esos rigurosos protocolos. Con los registros del FBI ya tenía su dirección y había revisado que no hubiera sistemas de seguridad activos por esa zona. Solo unas cámaras en los postes para la seguridad de los vecinos, pero eran de fácil acceso. Nada más faltaba investigar qué día estaba fuera de casa, pues al parecer no vivía con nadie. Tal vez esa misma tarde podría tener suerte y la sacaba de su hogar con unos viejos trucos, la vigilancia debía que quedar cubierta lo antes posible.

La Amarga SerotoninaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora