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—Es linda ¿no es así?— dijo mi mamá, sonriendo mientras veía todo alrededor.
—Oh, claro, es tan vieja que supongo que algún día nos caerá encima, hermoso.— dije con aquel tono irónico que mi mamá detestaba y me crucé de brazos.
—Basta, ve a ver el jardín, seguro eso te alegrará.— también se cruzó de brazos y bufó.
—Que emoción, te avisaré si encuentro un cadaver o mejor, el fósil de un dinosaurio.— sonreí sarcásticamente y rodé los ojos, dándome la vuelta para salir hacia el jardín.
—¡T/n!— oí a mi mamá gritar pero solo seguí caminando.
Al llegar al jardín, solté una mueca de disgusto. Plantas marchitas y completamente destrozadas, los caminos estaban sucios y descuidados, había lodo por todos lados.
Tendría que trabajar demasiado para que esté lugar quedara hermoso. Empecé a observar los restos de flores que había en el suelo, girasoles. Los dueños anteriores no tenían tan mal gusto.
—Eres la vecina nueva.— dijo alguien a mis espaldas, haciéndome soltar un pequeño grito.
—¡Dios, me asustaste! ¿Quién eres y qué haces aquí?— dije mientras apuntaba con mi dedo índice al chico que estaba enfrente de mi.
—Lo siento, no era mi intención. Soy Louis.— dijo levantando ambas manos con inocencia y ofreciéndome una sonrisa ladina.
—Respondiste a una pregunta y yo hice dos. ¿Qué haces aquí?— bajé mi mano y entrecerré los ojos.
—Vine a ver a mis nuevos vecinos y veo que no eres tan agradable como parecía.— resopló y escondió sus manos en los bolsillos de su pantalón.
—Oh, siento mucho arruinar tu idealización sobre mi sin antes conocerme.— dije, fingiendo tristeza y poniendo mis manos en mi pecho.
—Ok, mejor me voy.— dijo mientras fruncía el ceño y daba la vuelta para irse.
Rodé los ojos y decidí entrar a la casa, debería desempacar.
