CASTIGO

15 0 0
                                    

BRIANNA MALFOY

HACE 2 AÑOS...

Era mi primer año en Hogwarts. Todo era fascinante: el lugar, los cuadros, la magia, las clases, mi sala común... Todo, excepto una cosa: Filch. La mayoría lo odiaba, bueno, en realidad, creo que todos lo odiaban, pero yo no entendía por qué, al menos hasta ese día.

Era de noche, quería llegar a mi sala común, pero me perdí. La oscuridad no ayudaba, y lo peor era que los estudiantes no podían rondar por los pasillos a esas horas.

—¡TÚ! —una voz enojada resonó detrás de mí, haciéndome voltear, asustada—. ¡¿QUÉ HACES EN LOS PASILLOS A ESTA HORA?! —gritó Filch, claramente furioso.

—M-me p-perdí... estaba muy o-oscuro... —tartamudeé, intentando explicar.

—¡Esa excusa no funciona conmigo, señorita! Sígame, está castigada —ordenó, mientras retomaba su paso.

Sentía una mezcla de miedo y enojo, pero no tuve más opción que seguirlo. Llegamos a su oficina, y al entrar, noté que había cuatro chicos sentados. Cuatro pares de ojos se dirigieron a mí. Uno tenía anteojos y el cabello negro y revuelto, el segundo también tenía cabello negro, pero sus ojos eran de un gris penetrante. El tercero era castaño, con ojos color miel y algunas cicatrices. El último tenía cabello claro y ojos claros.

—Siéntese detrás del señor Potter —dijo Filch, apuntando a la mesa. —Espérenme aquí, no se muevan. Yo voy y vuelvo.

Filch salió, y me quedé de pie, confundida, mirando a los chicos.

—Disculpen, ¿quién es Potter? —pregunté, bajando la mirada, un poco apenada.

Uno de ellos se levantó de su asiento con una sonrisa.

—Soy Potter. James Potter, un gusto, querida dama —dijo con una pequeña reverencia, extendiendo su mano.

—Soy Brianna Malfoy. Un gusto igualmente —respondí, dejando escapar una risita mientras le estrechaba la mano.

James volvió a su asiento, y otro chico se levantó, luciendo igual de carismático.

—Un gusto, señorita. Soy Sirius Black —dijo, regalándome una sonrisa encantadora y un guiño.

Mis mejillas se encendieron, y solo bajé la mirada, sonriendo tímidamente.

—Peter Pettigrew —dijo un chico levantando una mano sin mucho entusiasmo.

—Un gusto —respondí rápidamente, dirigiéndome al asiento detrás de James.

Cuando me senté, escuché un susurro detrás de mí:

—Pss, pss.

Me giré curiosa, y el chico castaño con cicatrices me sonrió.

—Soy Remus Lupin.

—Un gusto, Remus. Supongo que ya sabes mi nombre —dije, devolviéndole la sonrisa.

Filch regresó poco después y nos informó de nuestro castigo: limpiar el castillo entero. Esa misma noche empezamos en la sala común de Gryffindor.

—¡Qué castigo tan injusto! ¡Solo estaba caminando porque me perdí! —exclamé, frustrada, mientras limpiaba un mueble.

—Tranquila, chica. Nos queda poco... bueno, y todo el castillo —dijo Sirius con una sonrisa mientras limpiaba.

—Eso no ayuda, Black —respondí, esbozando una sonrisa.

—Black no ayuda, pero yo sí. Apuesto diez galeones a que puedo meter quince malvaviscos en mi boca —intervino James, apareciendo con una bolsa de malvaviscos.

—Eres un peligro para la sociedad —dije, riendo mientras me dejaba caer en el sofá.

—Y un cobarde, porque no intentas con veinte —añadió Sirius, desafiándolo.

Al final, James no logró meter los quince malvaviscos y terminó entregándole los diez galeones a Sirius.

—¡Ja! ¿Viste, Bri? ¡James casi se ahoga! ... ¿Brianna? —preguntó Sirius, pero yo no respondí.

Remus se acercó a verme y notó que estaba dormida.

—Wow... la chica estaba cansada —comentó, observándome.

—¿Está dormida? —preguntó Peter.

—Sí. Trae algo para cubrirla —respondió Remus.

Peter apareció con una chaqueta de James, y Remus me la colocó suavemente.

—¿La dejamos dormir o la despertamos? —preguntó Sirius, mirándome.

—Dejémosla dormir —dijo James, con un último malvavisco en la boca.

Y así fue como conocí a las personas que se convertirían en mis favoritas en todo Hogwarts.

Phoenix (S.B)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora