Phoenix (S.B)

FENIX

La luz del atardecer se colaba a través de las ventanas del Gran Comedor, bañando las mesas con un brillo dorado que me hipnotizaba. Me quedé mirando las sombras que danzaban sobre la madera, sin prestarle mucha atención a las conversaciones a mi alrededor. En estos momentos, me gustaba perderme en la quietud, aunque, hoy, ni eso parecía suficiente para calmar la tormenta dentro de mí.

Sirius estaba a mi lado, hablando con James y Remus sobre alguna de sus travesuras, pero sus palabras me llegaban solo como un murmullo lejano. Mi mente estaba ocupada en cosas que prefería no pensar. Cosas como lo que sentía por él.

¿Por qué siempre que me mira de esa forma siento que no puedo pensar con claridad?

Lo miré de reojo, y ahí estaba, esa mirada traviesa, ese brillo en sus ojos que siempre lograba descolocarme. Intenté ignorarlo, pero algo en mi pecho dio un salto involuntario. No podía evitarlo. Algo dentro de mí me decía que algo estaba cambiando entre nosotros. Algo que no entendía.

– ¿Te pasa algo, Bri? – Preguntó Sirius, interrumpiendo mis pensamientos. Su voz era cálida, como siempre, pero hoy tenía algo diferente. Algo más profundo.

Intenté desviar la mirada, pero no pude. – No, nada – Respondí rápidamente, más para tranquilizarme a mí misma que para él. Pero al decirlo, me di cuenta de lo vacía que sonaban mis palabras. La verdad era que no podía dejar de pensar en él, en lo que significaba, en lo que estábamos haciendo... o lo que no estábamos haciendo.

Sirius sonrió con esa media sonrisa suya, esa que me hacía sentir como si estuviera leyendo mis pensamientos. – No me ignores, Bri. – Su tono era ligero, pero sus ojos me decían que había algo más.

Mi respuesta fue solo una sonrisa, intentando hacerla parecer natural, aunque sabía que no lo era. Sentía esa constante tensión entre nosotros, algo que no se podía negar. Un tira y afloja que me mantenía atrapada entre la necesidad de entender mis propios sentimientos y la realidad de que, a veces, no quería saber la verdad.

– ¿Estás segura de que no te pasa nada? – Insistió Sirius, su voz más suave. – No estás siendo tú misma hoy.

Mis dedos jugaron nerviosamente con la copa de jugo que tenía frente a mí. Sabía que él me conocía bien, demasiado bien. Y, sin embargo, yo no lograba entender lo que sentía. O lo que él sentía.

– Solo pensaba en algunas cosas – Respondí, deseando que fuera suficiente para cerrar la conversación. Pero las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta.

Un silencio incómodo se instaló entre nosotros, uno que ni él ni yo sabíamos cómo romper. Finalmente, él fue el que lo hizo.

– Brianna – Comenzó, su tono más serio de lo habitual. – ¿Alguna vez has sentido que estás atrapada entre dos mundos?

No me lo esperaba. Me quedé en silencio, mirándolo fijamente. ¿Qué quería decir con eso? Mi mente comenzó a hacer conexiones, pero ninguna tenía sentido.

– ¿Cómo? – Murmuré, incapaz de comprenderlo del todo.

Sirius se recostó en su silla, mirando al techo como si estuviera buscando las palabras correctas. – No me refiero a la magia ni a lo que nos espera, sino a lo que somos. ¿No te pasa a veces que hay una parte de ti que sigue cambiando, pero otra que se aferra al pasado?

Mi corazón dio un vuelco. Aquellas palabras... tenían sentido, aunque no quería que lo tuviera. ¿Cómo podía saber él lo que estaba pasando dentro de mí?

– Supongo que todos tenemos que hacer frente a esas cosas – Dije, con una sonrisa forzada. – ¿No?

Sirius me miró con atención, como si estuviera buscando algo en mi rostro, algo que no sabía si quería que encontrara. Por un momento, nuestras miradas se entrelazaron, y el mundo a nuestro alrededor desapareció. Solo estábamos él y yo, en ese instante.