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Jinyoung


—Entonces, ¿cómo es tu otro hermano? —Le pregunté a Yugyeom por curiosidad.

Al principio estaba un poco preocupado cuando Yugyeom anunció que nos acompañaría a hacer las compras. Al final, había sido de gran ayuda. Me di cuenta de que disfrutaba pasar tiempo con sus sobrinas. Yugyeom también llevaba todos los comestibles mientras yo cuidaba a las chicas.

Podría haber juzgado a Yugyeom con demasiada dureza cuando nos conocimos. Todavía era un bromista que no parecía tomarse la vida tan en serio, pero ahora sabía que era un buen tipo en el fondo.

—¿Hyun Woo? —Yugyeom pareció pensativo.

—¡Tío Yugyeom, mira! —Ye Ji tiró de su brazo. Yugyeom miró los libros para colorear en los que estaban trabajando las chicas.

—Aw. Algún día serás una artista famosa, Ye Ji, —dijo Yugyeom.

—Tienes talento. Tal como yo.

Ye Ji sonrió ante el elogio. Regresó su atención a su libro.

No queriendo quedarse fuera, Ryu Jin me tendió su propio libro para colorear para que lo viera.

—Jinyoung. Mira.

Ryu Jin señaló su foto. Los libros para colorear de las niñas estaban en la pila de rebajas del supermercado. Los agregué automáticamente al carrito, sabiendo que a Jaebeom no le importaría y que a las chicas les encantarían.

—Deberías agregar un toque de rosa a esas flores, Ryu Jin, — sugerí.

—¡Okey!

Revisé el segundo lote de enchiladas en el horno mientras vigilaba a Yugyeom. El maldito Alfa seguía echando miradas hambrientas al primer lote de enchiladas que se enfriaba en la bandeja.

—Hyun Woo es el epítome de un Alfa malhumorado. Debería haber nacido un shifter oso, no un lobo, —dijo finalmente Yugyeom. —Vive en una cabaña en las montañas. Le gusta su privacidad. No le gusta la mayoría de las personas excepto la familia.

Oí abrirse la puerta principal. Debe ser Jaebeom. No podía creer lo ansioso que estaba por verlo. Para volver a hablar con él. Él piensa que soy lindo. Lo dijo en su último texto.

—¿Él? Yo también creo que eres lindo, Jinyoung —dijo Yugyeom con un guiño.

—¿Sigues coqueteando con mi Omega? —Preguntó Jaebeom, entrando a la cocina. Aún vestía su traje de trabajo, pero se había desabrochado la corbata.

Espera, un maldito segundo. ¿Lo había escuchado bien?

—¿M-mi Omega? —Solté.

—Se me resbaló la lengua, —dijo Jaebeom.

No parecía avergonzado en absoluto, lo que me irritaba e intrigaba un poco. Algo en Jaebeom había cambiado, pero parecía que no podía señalarlo. Un pensamiento loco. Jaebeom miró a las chicas. Miró lo que estaban haciendo. Con entusiasmo le mostraron su trabajo.

La orgullosa sonrisa que les mostró mientras despeinaba sus cabellos, me derritió en un charco desesperado. Ye Ji comenzó a narrar cómo fue nuestro día. Ryu Jin ocasionalmente se entrometía. Jaebeom prestó atención a cada palabra.

—Parece que ustedes, niñas, tuvieron una aventura, —dijo Jaebeom.

—Hey, hermano mayor. ¿Cómo estás? —Preguntó Yugyeom. — ¿Quieres galletas? Hicimos muchas.

1 - JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora