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Spielberg, Austria

IRINA

A lo lejos divise a Max, quien esperaba por mí. Al verme dibujo una gran sonrisa que respondí de igual forma.

- Hola Gretel – me saluda y me atrapa con sus brazos.

- Hola Max – respondo y me libera para darme un beso en la mejilla.

Luego de algunas miradas curiosas que se posaban sobre nosotros, caminamos hasta el auto, donde me ayuda con mi maleta y conduce hasta el hotel.

Max hace algunas bromas al pasar por las puertas giratorias de la entrada del hotel y me saca alguna sonrisa tonta como solíamos hacer antes, pero mi cuerpo se hiela por un momento y todo a mi alrededor pasa a segundo plano. Pierre esta a unos metros de mi hablando distraído con Erick. Max me saca del trance y me arrastra con él hasta los ascensores, el ruido de las ruedas de mi maleta contra el piso llama la atención del francés que levanta la mirada para encontrarse con la mía. Sus ojos van desde mi mano entrelazada a la de Max hasta mis ojos y luego vuelve a centrar su atención en su psicólogo.

Una vez adentro del ascensor Max habla animadamente de algo que no he prestado atención en lo absoluto y solo me limito a sonreír y asentir como respuesta.

- Ven conmigo esta noche – dice acercándome a él desde mi cintura.

- Estoy un poco cansada, creo que prefiero quedarme en mi habitación.

El rubio lo entiende y besa mi mejilla para luego dejarme descansar. Cuando ya he acomodado todas mis cosas en su lugar me meto a la ducha y permanezco por varios minutos inmóvil bajo el chorro de agua tibia, como si eso ayudara a liberarme del lío que estoy teniendo en mi cabeza ahora mismo.

Quiero poder disculparme con Pierre por haber huido después del inesperado beso, pero por la forma en la que me miró hace un rato estoy segura de que lo que menos quiere es saber de mí.

El ruido de los mensajes entrantes en mi teléfono me despierta, es Max para avisarme que me espera para cenar en media hora. Me lavo la cara y me arreglo un poco para no parecer que acabo de despertarme de una siesta monumental. Al salir de mi habitación, el rubio esta sentado en el piso con la espalda apoyada en la pared.

- ¿Qué haces ahí?

- Te demorabas y ya me estaba cansando – dice quejándose.

Caminamos a la par mientras nos dirigimos a un restaurant cercano bastante sencillo, nada de lujos y comida local, pedimos para llevar y luego volvemos a la habitación de Max.

- ¿Sigues enojada? – pregunta mientras mastica un trozo de carne.

- No – dijo revolviendo la comida en mi plato.

- Irina ¿Qué ocurre? Tengo la sensación de que has estado evitándome desde que estas en Paris, no respondiste ninguna de mis llamas ni mensajes.

- No estuve muy pendiente del teléfono... lo siento.

Max no insiste más y sigue comiendo, pero de vez en cuando siento su mirada curiosa sobre mí mientras trato de disimular que todo sigue igual que antes. ¿Por qué así es verdad? Nada ha cambiado.

Luego de ver una película y pasar un tiempo juntos me despido de él con un beso en la mejilla para caminar hasta la puerta de su habitación, pero sus brazos me detienen haciéndome girar rápidamente para luego arrinconarme contra la puerta, sus brazos fuertes están a ambos lados de mi cuerpo por sobre mis hombros dejándome sin salida. Su mirada azul intensa busca la mía que no soy capaz de mantener por mucho tiempo. Sus labios atacan mi cuello de una forma bastante efusiva, no es delicado y no tiene la intención de serlo, con una de sus manos aprieta uno de mis pechos y me hace soltar un leve gemido que calla a la mitad con su boca, nuestras respiraciones están aceleradas y me sube en el aire para enrollar mis piernas alrededor de su cadera.

Cuando el sol se vaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora