Él no iba a dejar que su lindo novio se casara con tremendo patán.
Ese pequeño conejito tenía que casarse con una persona que de verdad lo amara, lo valorará y ante todo lo pudiera proteger.
Otra mañana en que la tierra le decía. ¡Hola! Al señor sol, donde la fauna poco a poco comenzaba a despertar para poder recibir los pequeños o grandes rayos del sol, donde ya las personas comenzaban a despertarse para comenzar su día, unos iban al trabajo, otros a la escuela y los demás simplemente quedarse en casa.
Y cuánto daría él para ser de esas personas que se quedaban en casa, estar la mayoría del tiempo debajo de sus cobijas soñando con su novio, unos dulces sueños que él quisiera que se hicieran realidad.
Pero no, él era de esas personas que tenían que levantarse, ir a la universidad para poder ser alguien en la vida y poder salir de su casa.
Por la habitación comenzó a sonar algo, un ruido estresante para la persona que dormía, para una persona que estaba en su mundo de sueños, donde todo era posible, donde no había límites para la imaginación, pero todo eso se arruinaba con el molesto sonido que se escuchaba una y otra vez, no quería escucharlo más así que con la pereza encima sacó una de sus manos de sus acolchadas cobijas y la estiró hasta donde él más o menos sabía que estaba ese aparato.
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En el piso de abajo de esa gran casa estaba un hombre y una mujer esperando que su único hijo bajará para desayunar con ellos, pero entre más esperaban simplemente no aparecía.
–¿Y este qué? Acaso no piensa bajar a desayunar ni ir a la universidad – dijo un hombre con su ceño fruncido, llevaba más de treinta minutos esperando que su hijo bajará a desayunar con él, pero dicho chico ni mostraba señales de vida y a él lo que más le molestaba es que lo hagan espera
–No sé cariño – respondió la mujer que estaba sentada enfrente a él
El hombre harto ya de estar esperando, se levantó de la mesa y se dirigió al piso de arriba, si su hijo no quería levantarse por las buenas le tocaría a las malas, cuando ya estaba en el fin de las escaleras es cuando comenzó a desabrocharse el cinturón de su pantalón cuando ya estaba en su mano, fue cuando lo comenzó a enrollar alrededor de sus nudillos él le iba a dar unos buenos días a su hijo que jamás olvidaría.
Cuando estaba al frente de la puerta de la habitación de su hijo es cuando abrió de un portazo ocasionando un fuerte ruido, pero ni eso logró una reacción en el conejito que seguía durmiendo y eso simplemente fue el detonante para que el hombre cogiera las cobijas que cubrían al pequeño y las quitará de un jalón quedando estás en el suelo y sin pensarlo dos veces cogió al pequeño de su cabello y de un solo movimiento lo tiró al suelo esto hizo que el chico dejara el mundo de los sueños para enfrentarse a lo que era la vida real.
Estando aturdido y asustado comenzó a mirar de lado a lado para tratar de enfocar algo o más bien a alguien para poder saber lo que estaba pasando y lo único que pudo encontrar o mejor dicho sentir fue la mano que estaba en su cabeza agarrando su cabello, llevo una de sus manos a su cabeza para qué la persona o la cosa lo soltara, cuando tocó lo que lo estaba cogiendo de esa manera se llevó la sorpresa de que era una mano y no cualquier mano si no la de su padre ahí fue cuando su corazón se aceleró ocasionando que su pulso subiera y comenzará a sudar frío, él podía ser muy duro con su madre, pero con su padre era una cosa muy diferente.
