CAP 2 - EL DESPUÉS (Parte II)

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La noche era más fría de lo esperado, y Jiang Cheng se lamentaba de no haber traído sus guantes. El interior de su auto estaba bastante confortable, y pronto podría comprar un chocolate caliente en la cafetería del aeropuerto. Esperaba que la chaqueta y bufanda que había traído para Yanli fuese suficiente. No querría que se resfriase en su estado.

Jiang Cheng se había asegurado de salir de su casa a tiempo para la llegada del vuelo de su hermana. La tormenta que amenazaba en caer había retrasado el tráfico al salir de la ciudad, y Jiang Cheng esperaba llegar al aeropuerto antes de que comenzase a llover.

Unas luces brillaron al frente en la carretera, un auto saliendo del camino secundario que llevaba al aeropuerto. Miró su GPS buscando alguna indicación de accidente en la vía que señalase un desvío en el recorrido, pero la pantalla continuaba mostrándole el camino despejado. Tal vez aún no lo han reportado, pensó. Era muy común en estos días tormentosos. Un segundo auto salió de la intersección, frenando para observar si había otros vehículos en la vía. La pasajera, al verlo indeciso, le gritó que habían carteles del otro lado indicando una desviación de la carretera principal.

Debe ser eso, se dijo para sí Jiang Cheng. Los oficiales de tránsito aún no han llegado a este extremo del camino. Agradeció la indicación, no hubiera querido estar aguardando que se despejase el tránsito y llegar tarde al aeropuerto. Yanli no se había comunicado después de escribirle que habían llegado a salvo a Shangai, excepto para decirle que el clima amenazaba con empeorar. Lo que menos deseaba era pasar una hora de espera en su auto.

Aceleró el paso para disminuir los minutos de retraso por tomar el recorrido más largo. A mitad de camino, un auto estacionado llamó su atención. El capó se encontraba levantado, y alguien estaba inclinado, revisando la maquinaria. Solo el largo abrigo blanco indicaba su presencia. Jiang Cheng tocó el claxon con un deje de furia. Era extremadamente peligroso estar en una carretera estrecha sin colocar al menos alguna señal de que había un auto estacionado. Disminuyó un poco la velocidad, pero al no recibir ninguna indicación del chofer/mecánico, aceleró el auto y siguió de largo. –¡Idiotas!,- pensó poniendo los ojos en blanco.

No había recorrido más de un kilómetro cuando un grupo de motociclistas pasó en dirección contraria. No exactamente lo que uno esperaría encontrar camino al aeropuerto. No había mucho espacio para colocar maletas allí, de todas formas.

El sonido de su celular lo distrajo, y aceptó la llamada rápidamente al ver la foto de Yanli en la pantalla. ¿Se había retrasado tanto que su hermana ya estaba en el aeropuerto?

-¿A-Cheng, ...stás ahí? – la comunicación parecía cortarse intermitentemente, con el sonido de estática interrumpiendo su voz.

-A-Jie, ¿estás bien?- Maldita noche y maldito clima. – Estoy en camino A-Jie, ¡debo llegar en diez minutos!-Jiang Cheng estaba prácticamente gritando dentro de su propio coche.

-A-Cheng, estamos aún en Shanghai. El clima no nos ha dejado embarcar,... y A-Xuan ya cree que es mejor... pasemos la ...che aquí. Lo siento mucho...ntentamos llamarte antes pero la línea no comunicaba.

-¿Jiejie? – casi no podía entender las palabras, pero no quería estresar más a Yanli en su estado. Y tampoco quería que viajase con el viento tormentoso.

-Está bien A-Jie, igual aún no he llegado al aeropuerto. Me envías un mensaje con la hora a la que llegas mañana, para buscarte. – Jiang Cheng aprovechó el camino solitario y dio una vuelta en U. Lo mejor era llegar a casa lo antes posible, ahora que sabía que su hermana estaba a salvo descansando en el hotel del aeropuerto.

Después de asegurarle varias veces que no tenía ningún inconveniente en recogerla al otro día en la mañana, Jiang Cheng prosiguió por el camino que había acabado de recorrer. La noche era cada vez más oscura, y el viento frío auguraba una madrugada lluviosa. Menos de un minuto después ve de nuevo el auto varado aún en la cuneta, del cual ya se había olvidado.

Todas tus vidas, toda mi vida (siempre te he pertenecido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora