Rendirse

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Estaba acostumbrada a escribir, en mi tiempo libre lo hago mucho, pero a lo que no estaba acostumbrada era a que al acabar me quedase con una sensación tan amarga. Cuando escribo suele ser para despejarme, para aclarar mis pensamientos y poder liberarme de ellos, pero esta vez los tenía muy claros, casi tanto como que por escribirlos no iba a dejarlos atrás, al menos no aún. Sabía que siempre querría a Mina y que lo único que estaba haciendo era alejarla de mí, ¿no es irónico?, parece el mayor de los clichés, “Si la amas déjala marchar”, tal vez lo fuese, tal vez fuera el mayor cliché que jamás viviría, pero una vez escuché de una persona muy importante para mí que los clichés son clichés porque antes de serlo fueron realidad, y este era el momento de que esa realidad me azotara en la cara.

Doblé la carta que acababa de firmar y la guardé en un pequeño bolsillo de papel que tenía mi agenda, no sin antes dibujar una flor de lavanda en la esquina superior derecha. Me fui a dormir, al día siguiente volvía a ser lunes y a primera hora tenía historia del arte y a segunda hora libre, estuve a punto de faltar las dos primeras, pero necesitaba tomar la clase de venable ya que pronto teníamos examen y todo lo que explicaba caía.

Bri y yo salimos de casa rumbo a la institución, no le había contado nada de lo que había pasado con Marc porque estaba segura de que intentaría convencerme para que le plantara cara, y no iba a hacerlo así que simplemente me dediqué a decirle que lo habíamos dejado por las circunstancias, aunque no sabía si lo habíamos dejado, en ningún momento lo hablamos, pero yo intuía que sí.

Llegamos y como ya era costumbre fuimos a por el segundo café de la mañana. Una vez teníamos nuestra dosis de cafeína nos sentamos en una de las mesas, y a los pocos minutos entraron por la puerta Vera y Eva, y, sin necesidad de aprobación por nuestra parte, simplemente agarraron un par de sillas y se sentaron con nosotras.

- Anda mira a quien tenemos aquí

- Buenos días para ti también Eva- respondí

- Ay deja de joder desde tan temprano

- A sus órdenes- respondí haciendo de soldado con la mano

- Cállense ambas, buenos días Bri, buenos días Chloe, ¿es tan difícil?- Se interpuso Vera

- Buenos días profe- contestamos mi amiga y yo al unísono

- Así me gusta, bueno Chloe, queremos explicaciones

- ¿Explicaciones de qué?- Vera levantó una ceja

-¿De que va a ser? Lo sabes perfectamente

- Bueno gente, yo me voy que me ha escrito Anne

- Vale- contestó Eva, Bri se acercó a mi y me susurró

- Más te vale contárselo a ellas, sabes que tal vez te pueden ayudar- yo asentí y ella dejó el lugar

- Bueno entonces que, ¿nos cuentas o no?- comenzó la pelinegra

- Que sii, a ver, que Venable y yo ya no tenemos nada

- No, ya, eso me lo intuía, detalles

Yo no tenía pensado contarles nada, y acabé contándoles todo, resumido porque no teníamos mucho tiempo, pero al fin y al cabo contándoselo. Justo cuando parecía que iban a darme la charla toco el timbre, me dijeron que a segunda hora me querían ver en el gimnasio y que ni se me ocurriera no ir porque vendrían a buscarme a mi casa si hacía falta.

Fuí a mi clase, Venable aún no había llegado, el viernes llegó tarde también, estaba claro que no estaba bien, ella nunca llegaría tarde a una clase. Marc me obligó a sentarme con él, últimamente no me daba un respiro, y aunque hubiera estado encantada de sentarme con el antes de todo esto, ahora mismo solo quería decirle lo repulsivo que era delante de toda la clase e ir a besar a Venable en frente de todos.

Lágrimas color lavandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora