Capítulo 17

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Dos años y medio después

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Dos años y medio después...

Leonardo terminaba de meter la lasaña al horno con una sonrisa mientras desechaba las latas de salsa vacías en la basura, y se limpiaba las pequeñas perlas de sudor que comenzaban a deslizarse por su frente con un trapo. Colgó el mandil y se dispuso a tomar un vaso de agua antes de ducharse y vestirse con el estilo que hacía a Martín babear: Jeans ajustados en su trasero, botas negras militares a juego con una camiseta de manga corta del mismo color.

La casa se sentía un poco silenciosa, y es que muchas cosas habían sucedido. Leonardo había logrado reservar una galería de arte con el fin de sorprender a Martín al exponer sus diferentes dibujos; en especial sus caracterizaciones de personajes para videojuegos fueron los que más atención tuvo, lo que trajo como consecuencia que ahora su chico fuese director creativo en uno que se lanzaría pronto al mercado.

Lo único en contra era la falta de tiempo con la que solían verse, sin bien hablaban por videollamadas en sus ratos libres, no era lo mismo dormir solo las veces que Martín hacía horas extras en la compañía. Aunque siempre encontraban la manera de aprovechar el tiempo, como almorzar juntos la comida que Leonardo preparaba. Le angustiaba pensar que la alimentación de su chico se basara en máquinas expendedoras de snacks o comida rápida por salir del paso ahora que la fecha límite estaba cerca. Por esta razón quiso cerciorarse de que sus comidas fueran las indicadas. Su madre tenía por lema que la comida casera siempre era mejor para el cuerpo y el alma.

Entretanto el venezolano repartía dos buenas porciones de la pasta en los envases y preparaba un bolso que incluía bebidas y postre, tomó las llaves de su auto no sin antes verificar que la segunda parte de su manuscrito estuviese bien guardada en el programa. Se había vuelto adicto al comando control + G de Word porque toda preocupación era poca cuando de escritura se trataba.

Una vez dejado todo listo y limpio, salió para mezclarse con el tráfico de las calles de Durham. Alguna canción en inglés sonaba de fondo, pero él iba en parte concentrado en la carretera, en parte pensando en como decirle a Martín que Raúl había conseguido su primera firma de libros en Miami, además que su madre extrañaba hablar con él, y que tenía planeado algo que no iba a decirle hasta que ambos hablaran con ella.

Durante esos dos años, y por alguna razón cósmica Martín y su madre habían hecho un bonito clic. Quizá porque la mujer había sido gran parte de su adolescencia una aficionada a los juegos de la época y deseaba retar a Martín a un duelo, o porque lo veía como un hijo. Cualquiera de las dos opciones era bastante plausible.

''—Una vez invité a Leo a jugar, pero no me paró ni media pelota. Es que yo sabía que a él no le iba megaman, sino otro tipo de juegos más... Tú sabes, sal-va-jes—''

Haberla escuchado deletrear la palabra salvaje en broma hoy día aún le causaba repelús. No tanto por la vergüenza ajena que sentía de sí mismo, o el gran sonrojo que adornó la cara de Martín cuando su primera reacción fue cubrirse el cuello como escondiendo algunas de las marcas que había dejado más abajo en su pecho. Era que había recordado como su ex había dado la dirección de su casa para recibir un paquete lleno de juguetes sexuales. Leonardo tuvo una charla con su madre sobre eso, y fue el día más trágame tierra de su vida.

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