Capítulo 9

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Más que cautivado por su aspecto o por lo vulnerable que parecía Martín, Leonardo admitía que le gustaba el manejo de la situación ya que, insistía en brindarle la seguridad que necesitaba para salir de su escondite

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Más que cautivado por su aspecto o por lo vulnerable que parecía Martín, Leonardo admitía que le gustaba el manejo de la situación ya que, insistía en brindarle la seguridad que necesitaba para salir de su escondite. Lejos de intentar comprender el repentino deseo de ayudarlo, resolvió que lo mejor era dejarse llevar por su intuición. Ahora actuaba como un dominante que necesitaba hacerle saber a su niño que no era menos persona al aceptar su invitación.

Leonardo captó la lucha emocional de Martín a través del espejo sobre los lavamanos y se atrevió a preguntarle: —¿Qué estás sintiendo en este momento? Habla conmigo para ayudarte a solucionarlo ¿Puedes confiar en mí para eso? —su acompañante se quejó por el repentino abandono así que Leonardo apretó la empuñadura de su miembro con fuerza como reprimenda.

—¿Cómo podría? ¡Todos me han juzgado por esto!-el español sollozó por lo bajo y el latino maldijo una vez más a las parejas anteriores del joven—. No quiero mostrarte esta parte de mí, no quiero terminar solo de nuevo.

—Yo no soy todos, niño. Quiero que salgas de ahí y te acerques ¿De acuerdo?

Por un instante pensó que el español saldría corriendo, en cambio, había reaccionado bastante bien al término ''niño'' empleado en dinámicas Dom/Sub. Leonardo le sonrió orgulloso, ignorando las lágrimas que rodaban por sus mejillas. Quizá el alcohol lo volvió más sensible o solo estaba desahogándose con sinceridad. Como si quisiera aferrarse a la única oportunidad de sentirse ''normal'', pero sintiéndose curioso al mismo tiempo. Prometió que luego trabajaría sobre eso.

Aquel fue un pensamiento que lo descolocó, sin embargo, lo pateó de su cerebro para analizarlo más tarde, cuándo no tuviera al chico dando pasos inseguros y con una tienda de campaña en los pantalones. Todos estaban en la misma página por lo que Leonardo comenzó su tratamiento en la erección del hombre con avidez.

—¿Alguna vez estuviste tan cerca de una escena?—si bien los separaban algunos pocos metros, era consciente que el chico siempre estuvo minimizándose. Asintió ante la afirmación del joven—. Me gusta que estés aquí. Desabrocha tus pantalones y acompáñanos.

Las manos del chico temblaban, pero no dejaron de obedecerle. El hombre bajo su mano gruñía buscando joderse contra ella con más fuerza, pero Leonardo volvió a apretarlo y se quejó esta vez excitado.

—Quiero venirme, me duele—jadeó el hombre del cuál ni se preocupó por saber su nombre.

En el proceso de trabajarlo con su puño logró arrancar desde los sonidos más bajos hasta gruñidos que sin dudas delatarían sus acciones si no fuese por la música alta del lugar. El factor tiempo les jugaba en contra, pero era en lo último que Leonardo pensaba con la imagen de Martín pegando su frente en la fría pared mientras se masturbaba observándolo. No podía negar que su propio miembro desatendido palpitó por eso.

El calor del momento llevó al chico a su clímax y Leonardo también se acercó extasiado de los quejidos húmedos que ambos hombres emitían. Era demasiado para asimilar, sin embargo, la contorsión del cuerpo de Martín contra el costado del desconocido lo tenían sudando su orgasmo con fuerza. Para cuándo compartieron el final de aquella jornada placentera, la puerta se abrió y cerró en breve. El tipo los había dejado con un desastre en los urinales tras acobardarse, Leonardo se imaginó que tenía una reputación que mantener o una familia que desconocía su doble vida.

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