Capítulo 13

223 26 9
                                    

Cuaderno de Leonardo – Extracto de una ruptura

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuaderno de Leonardo – Extracto de una ruptura

Mi nombre es Leonardo Rivera, tengo 35 años de edad, soy un escritor venezolano que hasta hace dos meses gozaba estar en una relación con quién creía era el hombre de mi vida. No puedo decir que no me afectó tener que mandar a la basura cinco años de convivencia al encontrar a mi prometido con un extraño en nuestra cama, manchando con la mezcla de sus esencias y sudores nuestras sábanas. Lo peor de todo, es que no repararon en mi presencia hasta que terminaron satisfechos. No confié tan pronto en nadie después de eso.

Por esa razón, aquel que me diga que el proceso de una ruptura es tan rápido y fácil como un coach levantándose a las 5:00 a.m. para grabar sus entrenamientos y postearlos en instagram o no ha asimilado la información de haber terminado su relación, o bien nunca estuvo enamorado en primer lugar. En el camino me encontré a toda clase de personas: las que no me conocían del todo, pero se nutrían del dolor al pedir los detalles y fingían que sus críticas eran constructivas y las que me hacían pensar que no todo era tan malo después de todo.

Aquí no hubo juegos previos, una advertencia a tomar en cuenta sobre el declive de una relación que hasta al final seguí creyendo era estable. A veces me pregunto, por momentos donde la inseguridad aguarda entre las sombras de mis pensamientos más oscuros, si en verdad fallé en algo dentro de las libertades sexuales que establecimos, pese a que al final termine en el mismo callejón sin salida. Retomar la confianza tras un suceso de esa categoría requiere más fuerza de voluntad de la que estimaba y entender que la fidelidad no depende de la otra persona si no de ti mismo ha sido hasta cierto punto liberador. Por esta razón ni siquiera noté aquella presencia nueva que poco a poco fue volviéndose algo tan importante como respirar.

Leonardo cerró su pequeño cuaderno antes de dirigirse a la sala para terminar de arreglarse, con la ayuda de Martín quién rojo como un tomate no dejaba de soltar suspiritos apenas sus dedos hacían contacto con su piel. En esas semanas ambos disfrutaban esos sutiles gestos que tan buenos como se sentían, lo único que lograban era acelerar la tensión sexual entre ellos.

La noche anterior se había sentado a conversar con Martín acerca de la vida sexual tan activa que llevaba con su ex pareja, lo que le gustaba, lo que no y también lo que había descubierto sobre sí mismo y la dominación. Él no era del tipo de Dom que disfrutaba la humillación pública o las escenas demasiado fuertes, era más bien inclinado a la satisfacción de su Sub y al empoderamiento. De su desarrollo personal y emocional. Quizá por eso estaba tan enamorado de Martín.

El chico expresó con sinceridad lo ignorante que era en cuanto al tema de las reglas y todo lo que incluía el mundo del BDSM, sin embargo, a medida que Leonardo explicaba, Martín lamía y mordía su labio excitado. Volviendo la tarea un encuentro fogoso donde las manos hicieron todo el trabajo. Al saber que Martín estaba dispuesto a conocerse a través de las sensaciones que él prometía, estaba deseando eliminar su único obstáculo: La maldita escayola.

Déjame VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora