Capítulo 20

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«Finge que me amas de verdad o por Dios que esto nos estallará en la cara».

Leo le susurró esas palabras al oído en el coche y Jen se estremeció. Tenía los nervios de punta a causa del miedo.

Había llegado el día que había estado esperando.

Cuando estuvieron en el lugar que les habían asignado en el tribunal, miró a su alrededor. Era la misma sala de su juicio anterior: un lugar impersonal y frío.

El sillón del juez permanecía vacío y su abogado revisaba sus notas. Su nombre era Mason Dawson, un abogado joven que ya tenía fama de despiadado y les había asegurado en todo momento que no perderían.

Jen rezaba para que fuera así.

La abogada de Kai estaba sentada en la mesa del lado opuesto y miraba de vez en cuando su reloj.

Los padres de Jen, Eleanor, Bambam, Julian, Kate y Thomas se habían instalado en los bancos.

Y al lado de Jen estaba Leo. Exudaba furia y testosterona.

Ella no podía evitar pensar en el vestido Akris que llevaba y la ropa interior que se había puesto debajo. ¿Leo intentaría descubrir si se había puesto la lencería roja que él le había dicho?

—Llega tarde —murmuró el abogado.

Entonces se abrieron las puertas y apareció Kai.

Parecía un hombre que acabara de tener un encuentro con un león rabioso y apenas pudiera tenerse en pie.

Avanzó tambaleándose, con una mancha oscura en la chaqueta verde oliva.

Llevaba el pelo revuelto y la cara manchada de barro, como si acabara de pasar por un charco.

De camino a su mesa se limpió la chaqueta con la mano. Su abogada se levantó en el acto.

—¡Estoy bien! Solo he tenido un contratiempo —miró en dirección a Leo.

Jen frunció el ceño. ¿Leo había tenido algo que ver con aquel contratiempo?

Leo se acercó más a ella y sus dedos se rozaron. Él prolongó el contacto y acabó por tomarle la mano.

—Tranquila —dijo con voz suave—. Tienes que parecer segura.

Apareció el juez, un hombre calvo con barba, mandíbula decidida y ojos claros.

—Señoras y señores, empieza la sesión. Preside el honorable juez Prescott.

Todos en pie.

Al levantarse, la mirada de Jen se cruzó con la de Kai, que era muy fría.

Ella adoptó también una expresión glacial.

Sus padres y el grupo de Leo cubrían los dos primeros bancos del lado de ellos. Presentaban un frente unido, formaban una familia respetable. Pero Jen no podía disfrutar con eso porque, sin el respeto de Leo, no se sentía una de ellos. Se sentía un fraude.

Como Kai.

—Señoría —dijo Mason—. Estoy aquí en nombre de mis clientes, Leo y Jennie Monaban, para pedir la custodia plena de David Kim. Leo Monaban es un ciudadano influyente de esta comunidad. Su esposa Jennie ha sido acusada en falso en el pasado y ha sufrido una gran injusticia. Es una madre a la que le han robado la oportunidad de ver a su hijo y participar en su educación.

Siguió una pausa dramática.

—Le suplico que considere quién es mejor tutor. Un padre que es sospechoso de estafa, un padre cuyo trabajo lo mantiene muchas horas fuera de casa o una pareja sólida formada por un hombre de negocios respetado y una madre cuya guía es indispensable para un niño de la edad de David.

Propuesta de matrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora