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Kim Taehyung

Jungkook. Maldito. King.

Pensaba que lo odiaba antes, pero su imbecilidad logró alcanzar alturas vertiginosas. Entré en mi habitación, tiré de la tapa de mi canasto de ropa sucia, y comencé a sacar cosas para lavar. Necesitaba focalizar mi energía en algo productivo.
Bien, tenía que asumir la responsabilidad. Follamos. Quería follármelo. Y fue una gran liberación, nada más que eso. Fue increíble, como si supiera lo que quería antes que yo. Y tenía todo el equipo correcto y sabía cómo usarlo. Pero no
me habló desde esa noche hace dos días. Ni siquiera me miró.

Acordamos lo de Las Vegas; yo lo sugerí. Pero no tenía que ignorarme. Los hombres arrogantes deberían ser ilegales. O enviados a una isla sin ninguna mujer ni doncel para morir de frustración sexual.

Venir a mi rescate en el gimnasio sugería que no era el tipo de idiota que creía que era. Y entonces lo vi sin camiseta, ¿y la forma en que me gruñó, como un animal? Bueno, no sé qué bicho me picó, pero cualquier fuerza de voluntad que existía en mí se disolvió, y lo deseaba.

Pero, ¿en qué pensaba? Follarme a mi jefe era una mala idea por muchísimas razones. Quería desesperadamente que creyera que era bueno en mi trabajo, no que solo supiera mis hábitos de depilación. Trabajé duro para este puesto, y no quería que simplemente me viera como un pedazo de culo.

Ciertamente no deseaba que aparecieran rumores y que la gente comenzara a hablar de que llegaba a la cima por dormir con mi jefe, o que era un fácil.

Gracias a Dios era viernes y no tenía que verlo por dos días enteros. No es como si tuviera que preocuparme por ello, canceló tres reuniones conmigo solo para evitarme. Lo cual parecía el comportamiento de un muchacho de quince
años.

No era como si esperara un anillo, o una cena. Pero, diablos, un “hola, ¿cómo estás?, gracias por el sexo ardiente” era obviamente cortesía. Tomé mi ropa, la apilé dentro de un enorme bolso de Ikea, y lo tiré junto a la puerta, listo para bajar a la lavandería. Solo tenía que encontrar mis bragas que
me quité frente a la televisión esa semana. Cuando entré a la sala de estar, el techo resonó con el sonido de tacones. Jesús, tan solo pasaron simplemente dos días desde que tuve su polla dentro de mí, y ahora se acostaba con otra persona.

Sentía pena por cualquier persona lo suficientemente tonta para follar con Joen Jungkook. Lo cual, aparentemente, me incluía.
Dejé escapar un grito de frustración, y luego cubrí mi boca.

¿Escuchó eso?
No quería que pensara que me importaba si tenía a alguien en su apartamento. No me importaba una mierda.
Pero lo último que quería hacer era sentarme aquí a oír cómo mi jefe follaba con alguien más. Tal vez no era otra mujer y era un doncel. Nada sobre ese hombre me sorprendería a estas instancias. Sonreí, feliz ante esa particular realidad inventada.
Buscando debajo de los cojines del sofá, encontré mis bragas,
lo saqué y lo arrojé para que se uniera al resto de mi ropa sucia. Tomé mis llaves de la mesa, un reporte del trabajo, y el detergente que compré camino a casa desde la oficina. Tenía al menos tres tandas que lavar y si me quedaría allí abajo,
evitaría las sexcapadas de Joen. Mientras me dirigía al ascensor, arrastrando el bolso con ropa detrás de mí, el sonido de tacones pareció seguirme.

El elevador no tardó tanto como de costumbre, y me di cuenta de que llegaba directamente desde el ático. Cuando las puertas se abrieron me encontré cara a cara con la noción de que después de todo no era Joen quien usaba tacones.
Había solo un apartamento arriba, así que la mujer que folló debía ser la que se hallaba de pie frente a mí.

Deseaba tener el tipo de súper poder que me permitiera detener el tiempo y reorganizar las cosas. Así, podría esconderme y asegurarme de que cuando el elevador frenara en mi piso, la belleza frente a mí se preguntaría por qué lo hizo.

The King of Busan "Kookv"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora