Ambitious | DioJona AU (omegaverse)

13. Marcado con fuego.

Hace mucho mucho tiempo, en una ciudad lejana y fría existieron dos jóvenes. Mientras el uno era amable y gentil lleno de privilegios a su alrededor, el otro era resentido y malvado por vivir desde su infancia en las calles de la fría ciudad.

El padre del joven bondadoso decidió adoptar al joven de las calles por una vieja deuda. El señor les dió todo a ambos, llenando sus vidas de amor y privilegios. No eran hermanos de sangre, pero vivían bajo el mismo techo y uno de los dos consideraba la relación cercana. Lo que no sabía el buen joven, es que su hermano le guardaba un inmenso rencor y envidia por todo lo que tenía y por su gran corazón.

El joven de las calles era despiadado y poco amable, siempre haciéndole maldades a su hermano que, a pesar de todo, lo quería demasiado.

Al crecer, ambos se convirtieron en personas correctas yendo cada uno por sus gustos. Pero el hermano adoptivo deseaba más que un título y personas que lo siguieran a todos lados, deseaba todo de su hermano y su padre. Y tal como fué, comenzó a envenenar las comidas y bebidas del bondadoso señor que alguna vez le había tendido la mano.

-Ojala el hermano bueno le dé su merecido al ladrón malagradecido.

Al enterarse de esto, el buen hermano decide confrontar al otro por sus acciones y el daño que le causaba a su padre. El avaricioso joven solo deseaba todo para él y nadie más, en su infancia lo habían herido tanto que no podía pensar en nada más; se acercó al estudio de su padre y tomó una poderosa reliquia arqueológica que terminaría transformándolo en un monstruo.

El joven bondadoso estaba aterrado por la transformación de su hermano y se lamentaba por ello. El padre de los hermanos falleció poco después por el envenenamiento y el malvado monstruo reclamaría lo que, según él, le pertenecía. El poder.

-Maldito monstruo, pronto aprenderá.

Ahora poderoso, el joven malvado no necesitaba de nada material y mataría a su hermano con el nuevo poder que lo dejaba más que satisfecho. El valiente joven peleó con mucha tristeza e ira, no quería lastimar a uno de sus seres más preciados. Amaba a su hermano a pesar de que ahora era un monstruo.

Después...

-No quiero oír más esa historia, mamá! El buen joven es un tonto, me enoja mucho!- El pequeño rubio solo pudo cruzarse de brazos observando furiosamente las mantas sobre sus piernas, sus pequeños ojos ámbar se llenaron de rabia en menos de un segundo.

La Omega solo cerró el libro sobre sus piernas y lo dejó en la mesa de noche mientras observaba expectante a su pequeño hijo, le había sorprendido de cierta manera.

- Por qué te enfada tanto? Es normal que le tenga aprecio a su hermano después de pasar mucho tiempo juntos- Esos ojos iguales a los del pequeño lo observaban, con algo de desconcierto en ellos.

El pequeño solo pudo verla indignado y lleno de coraje, en su mirada ardía la llama de la ira. En su mente, no concebía la idea de que una persona pudiera tener ese tipo de apego hacia quien le había hecho tanto daño.

- Como que por qué me enfada tanto? El solo aceptaba lo que su hermano le hacía y aún así seguía amándolo! Es estúpido y un tonto por eso!- El pequeño estaba estallando en cólera, su rostro ya podía verse algo rojo- Debió matarlo cuando tuvo la oportunidad.

- Dio Brando! Que cosas más desagradables estás diciendo! Quien te ha enseñado esas barbaridades??- Estaba tan sorprendida como aterrada por el comportamiento de su pequeño. No era así para nada, siempre sonreía y era tan gentil.

El pequeño solo permaneció en silencio mientras apretaba la manta que lo cubría con sus manos, con moretones en las muñecas hinchadas y raspones en los dorsos bajo sus heridos nudillos cubiertos por banditas. En su rostro y su cuello, diversos moretones y un párpado hinchado por un gran y fuerte golpe. Levantó su mirada herida hacia su madre, sintiendo como su ira solo se acumulaba en sus ojos y pronto se transformaría en lágrimas gruesas llenas de tristeza e impotencia.