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˖⸙̭❛◌*̥
❁ཻུ۪۪⸙͎
ཻུ۪۪⸙
【န━━━━━~ န ~━━━━━န】
If i don't live tomorrow
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Si no vivo mañana, si mañana cuando amanezca me encuentro que mi vida se ha acabado, y no puedo dar un paso más, querido Arrakis siempre estaré en ti, en tu memoria y en tu desierto. Aunque sonara tonto lo que pensará todos los días Miranda, era cierto, no viviría el tiempo suficiente para ver a su país libre de sus opresores, no vería caer el imperio de hierro para ver nacer el imperio de arena. Sólo podía dejar su legado y seguir viviendo en la memoria de los más viejos solo como un viento de esperanza.
Una mañana la nueva familia llegó o al menos sus representantes, varias naves aterrizaron en un aeropuerto improvisado, con soldados y armamentos, todo bajo la atenta mirada de Miranda y de sus dos amigos, Vladim y Joshua, que observaban desde lo alto de un risco, la chica entrecerró los ojos para ver mejor a los intrusos, el primero en dar un paso en el territorio fue un soldado matón, alto y fornido nada que un buen viento del desierto no pudiera correr o de eso se encargaría Miranda.
El soldado de balanceo ligeramente al viento que lo acariciaba, incrementándose poco a poco hasta hacer un fuerte torbellino. Vladim golpeó el hombro de Miranda rompiendo su concentración y haciendo que el viento cesará. —No es gracioso lo que haces Miranda, un día vas a matar a alguien—.
Miranda le lanzo una mirada divertida a Vladim, aveces el chico se tomaba muy enserio los invitados. —Claro que es divertido, Vladim querido le quitas el sentido de todo a las cosas—.
Aunque la chica no tenía muchas ganas de bajar de su escondite, observando a los extranjeros, la noche y sus peligros la hicieron abandonar su agradable refugio e ir hasta sus habitaciones.
En la noche paso algo extraño.
Casi siempre la chica estaba lo suficientemente cansada como para permitirse soñar o al menos para ponerle atención a sus sueños así que solo se quedaba dormida y quedaba muerta. Cómo insistía Vladim sobre lo difícil que era levantarla en el día. —Pareces un cadáver—. Insistía Vladim como saludo matinal.
—La muerta quiere cinco minutos más—. Contestaba Miranda volviendo a meter la cabeza en las sábanas.Pero esa noche soño. No era muy ajeno a lo que no conociera. Se encontraba en uno de los campos de especia sentada sobre sus rodillas como se solía poner cada vez que quería despejar su mente o cuando le apetecía cambiar el clima, al bajar la cabeza se encontró con un vestido azul. Un vestido que ya conocía y no le agradaba del todo el echo de usarlo, unas ráfagas de recuerdos pasaron por sus pensamientos, una celda fría y oscura, grilletes y cadenas pesadas y afiladas, una fiesta en donde mostraban sus poderes como un monstruo de feria, varios hombres que le gritaban desde lejos bruja, el cadáver de su hermano debajo de sus manos.
No.
Grito tratando de abrir los ojos, pero solo los recuerdos desaparecieron. Seguía en el sueño pero la chica pronto se dio cuenta que lo que la había hecho volver a la realidad era una mano sobre su hombro, no era la mano de Vladim ni de Josh, está era diferente, agradable al tacto. Suave a los sentidos.