Capítulo 2: Mi hermana y yo

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Uno, dos, tres, cuatro, cinco, cuento repetidas veces los cinco billetes de cien que tengo, porque aún no me lo creo, por mi vieja guitarra me dieron más de lo que creí, ahora solo debo comprar unas buenas dosis de felicidad en polvo para poder seguir con mi vida, me da un poco de miedo subirme al tren de nuevo, ya que ahora si tengo algo que me puedan robar, mientras camino a la estación veo al cielo , las nubes están densas y tienen un tono mas oscuro señal de que se avecina la lluvia, espero no me tome por sorpresa mientras estoy caminando, aunque no me vendría mal una ducha, el problema sería secar mi ropa, la cual terminará con un olor peor al que ya tiene, entro de nuevo al vagón del tren, infestado de obreros, aseadoras, oficinistas, vagos y estudiantes, ver a otros individuos que rondan mi edad vestir esos uniformes, me da una terrible melancolía, acabo de mentirle a alguien sobre pagar mi colegiatura para conseguir dinero para drogas, es estúpido que me sienta mal por no poder asistir al colegio, pongo el dinero como excusa pero ahora que lo tengo lo necesito para algo más importante.

 Ahora que lo pienso, nunca tuve amigos en el colegio, tal vez solo conocidos, pero nunca formé parte de algún grupo, estos estudiantes que comparten vagón conmigo bien podrían ser mis ex compañeros de clase, el año escolar está a punto de terminar, las esperanzas de continuar con mis estudios las veo cada vez más imposibles, en especial sin la ayuda económica de mi hermana, es una maldita, primero me da la mano y después me escupe en la cara, ¿Qué tiene de malo drogarse de vez en cuando?, creo que esa misma pregunta le hice cuando discutimos hace poco, algo así empezó, ahora que lo recuerdo bien ¿Qué fue lo que empezó todo?, yo estaba acostada en mi rincón especial, pensando en la nada o en drogarme, posiblemente era más lo segundo que lo primero, el año escolar está a punto de terminar y ella me preguntó, —¿cómo te fue este año en los estudios?,  —¿cómo crees tú?—, le pregunté, —tú deberías saberlo eres tú la que asiste a clases—, ahí fue cuando empezó a molestarme y le dije, —hace meses que no voy a clases Yessica, acaso no ves que debería estar ahí ahora mismo y en cambio estoy haciéndote compañía en este apestoso lugar—, ella estaba acostada en su porquería de cama y tras que dije esas palabras se levantó, —¡vete ahora mismo a estudiar!—, me dijo molesta la muy imbécil, como si pudiera recuperar un año en un día, pero lo que en ese momento me hizo perder la cabeza fue su hipocresía, —para ir al colegio necesito dinero, dinero para libros, uniformes, lápices y demás porquería que se les ocurra pedirme, sabes eso no es gratis y como alguien dejó de darme dinero, simplemente deje de ir—, le dije eso muy molesta viéndola a la cara desde mi puesto en el suelo, pero me respondió a mi desafiante y molesta mirada con más molestia, mi hermana es del tipo combate fuego con más fuego, —tú sabes muy bien porqué dejé de darte dinero, —honestamente no lo sé, ¿Qué tiene de malo drogarse de vez en cuando?—, ahí fue cuando surgió esa pregunta, —Rubi, estabas en el hospital, te dio una sobredosis, ¿Cómo crees que me sentí al verte así?—, empezó ella a hacer un ridículo papel de víctima que no le sienta para nada, aún recuerdo ese día, fue la mejor drogada de mi vida, pude consumir estupefacientes hasta quedar satisfecha, descubrí que podía drogarme con ibuprofeno hasta sentirme mareada, luego una dosis de morfina, luego una dosis de cocaína, olvidé todo, mis problemas, a mi familia, en donde vivo, incluso olvidé quién era, podía morir en ese momento y no hubiese sentido nada y estuve cerca, de no ser por un maldito imbécil que se atrevió a llamar a una ambulancia, hubiese podido salir de esta penuria de realidad, si algún día me entero de la identidad de este "héroe", seguramente le daré una patada en su estúpida cara, es lo que se merece por arruinar lo que hubiese sido de lo contrario, una muerte perfecta.

La expresión de mi hermana parecía la de una persona constipada luego de una noche de comida picante y cerveza, situación que no está muy alejada de su  vida gastronómica , en ese momento mi  dramática hermana, la cual frunció el ceño mientras su boca abierta como sus piernas al ver un sujeto con dinero, formaba una parábola hacia abajo, y es que insistió en su verborrea acerca de mi supuesta adicción, —después de lo que te ocurrió, no te podía seguir dando dinero para que fueras a matarte con esa porquería Rubi, además, me cuesta mucho ganar ese dinero para que lo desperdicies de esa manera, hago todo lo posible por tener lo suficiente para mantenernos viviendo en un lugar decente y ¿es así como me pagas?—; llegadas a este punto ya no podía soportar más el cinismo, simplemente exploté,  —eres una maldita perra Yessica, ¿Cómo puedes venir a darme sermones cuando tu fuiste en primer lugar la que me dio mi primera probada al mundo de las drogas?, no acepto consejos de prostitutas adictas y baratas, así que ahórrate tus sermones porque no eres mi madre, solo eres una sucia ramera—, si, esas fueron mis palabras, si alguien me preguntara si me arrepiento de haberlas dicho  a la única familia que tengo, respondería que sí, que quisiera regresar en el tiempo y simplemente decirle algo menos doloroso, pero no puedo, no puedo retroceder el tiempo y mucho menos puedo negar el hecho de que hay verdad en mis palabras, mi hermana, la cual se jacta de lo mucho que trabaja y de lo responsable que es, no solo es la culpable de mi supuesta adicción, también es una cualquiera, piensa que los problemas de nuestra vida se resolverán acostándose con cuanto tipo se le ponga enfrente usando sus atributos 

Cuando las fabricas caminanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora