Mira a la izquierda, Mira a la derecha, da vueltas por el vecindario durante unos minutos, en su rostro confusión y curiosidad, la chica del suéter rojo camina sin rumbo por la zona residencial de los empleados de las fabricas, camino hasta llegar a un portón gigantesco, el diseño tiene una forma similar a un árbol con hojas que caen, en la parte superior se puede leer un gravado "residencial whitehouse", ella saca un cigarro de su bolsillo, le da un par de caladas mientras ve la inmensa puerta enfrente de ella.
—No se donde carajos estoy—
Dijo para si misma mientras decidió caminar de regreso, mientras andaba ella pensaba:
Joder, ¿ahora como cojones salgo de aquí?, ese maldito imbécil tan siquiera me hubiese dicho en que dirección está el metro, no veo mas que montañas a mi alrededor, estamos muy lejos de las fabricas, tan solo puedo ver las chimeneas emanando su pútrido humo como todos los días.
La chica llego a la entrada de la casa de Ronald nuevamente , tomo asiento en la vereda, mientras sacaba otro cigarro el segundo del día, decidió acostarse en el pavimento para ver las nubes grises y voluminosas, mientras hacia volar su mente.
Hace días que no veo el sol...mejor dicho años, me empece a acostumbrar a este cielo gris sin darme cuenta, gris como mi vida, no es del todo malo, no es del todo bueno...solo existe, necesito drogarme urgentemente, me estoy poniendo nerviosa.
Rubí cubrió su rostro con las manos mientras pensaba en todo esto.
—Jacob...— susurro la chica
El recuerdo del chico de los dientes putrefactos le dio esperanza.
Necesito que me de otra vez de esa droga, ¿cuanto dinero me queda?
La chica reviso sus bolsillos y encontró el manojo de billetes, comenzó a ordenarlos y contarlos.
—¿Ciento veinte?¡¡¡¡ Solo eso¡¡¡¡ , maldición, quiero morir....—
Mientras me revolcaba en mi miserable existencia, logre escuchar unas pisadas que venían en dirección a mi, voltee a ver a la izquierda y lo que vi me sorprendió, una chica de largo cabello negro, una falda corta y altas botas brillantes con fajones , lapiz labial negro, chaqueta de cuero y una blusa semi trasparente, me recordó a cierto personaje, llego hasta mi y me miro desde arrba.
—¿Esta Ronald ahí dentro?— pregunto sin mas.
—eeehm buenos dias?—
—¿No conoces a Ronald?, oh disculpa niña, de casualidad no has visto a un hombre alto de barba salir por esa puerta—
—Esto.....vera.....— maldición que situación mas incomoda, sera la novia de Ronald o quizá su esposa, lo mejor que puedo hacer en esta situación es ser completamente directa de todos modos no es como que tenga algo que perder, ella me queda viendo a la expectativa de una respuesta.
—El ya se fue, no se a donde, yo amanecí dentro de la casa—
—Espera, espera , dices que saliste de ahí dentro ¿cierto?—
Asiento
—¿Que haces aquí afuera entonces?—
El silencio reina por un momento mientras le doy un par de caladas al cigarro.
—Al salir cerré la puerta con llave y no se como llegue a este lugar....si...así paso...—
La mujer de negras ropas me quedo viendo intrigada.
—Bueno, supongo que con la edad cambian los gustos, debieron volver a cambiar el horario de este maldito, pero me va escuchar—, la mujer saca su teléfono celular.
ESTÁS LEYENDO
Cuando las fabricas caminan
Science FictionRubi esta atrapada en su propio cuerpo, encadenada en sus pensamientos, imposibilitada por el incansable sufrimiento que le causa existir, la música es lo único que la mantiene aferrada a su vida. Gracias a este bello arte conocerá personas que como...