№03 - Ataque nocturno.

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Jueves 28 de Septiembre.

Hoy me quedé despierto debido a que recientemente me acabo de despertar, además no pude recuperar el sueño.

Esta noche fue similar a la noche de el lunes, la diferencia es que esta vez yo si estaba esperando que algo ocurriera.

Mi padre y mi madrastra estaban dormidos en el sótano, me levanté y camine hacia el comedor para servirme una taza de café.

Mi plan era esperar hasta que algo interesante ocurriera.

Al principio dude de que algo fuera a ocurrir en realidad, pasaron un par de horas, ya estaba apunto de regresar al sótano.

Pero algo si ocurrió...

—¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!

Repentinamente escuche cuatro disparos fuera de mi casa, pude distinguir con el sólo sonido que los disparos provenían de un revólver.

La única persona que tiene un revólver es mi padre, pero justo hace un par de horas pude ver a mi padre dormido abajo en el sótano junto a mi madrastra.

Se supone que mi padre es el encargado de patrullar los alrededores en la noche, pero el tuvo que hacer unos cambios de último momento por culpa de sus heridas que aún no sanaban, en cambio, el vecino soltero de la casa de a lado fue el que cubrió a mi padre.

Mi padre le tuvo que haber dejado su revolver por si llegaba a ocurrir algo, pero yo no esperaba que el en verdad se llegará a encontrar en una situación donde se viera obligado a usarla.

Estaba a punto de abrir la puerta para salir a ayudar con mi pistola de balines, además quería ver lo que estaba ocurriendo.

Pero antes de siquiera poder tocar la manija de la puerta me detuve en seco al escuchar un gruñido viniendo del otro lado de la puerta.

Esto me tomo por sorpresa y me deje caer al suelo por el asustó.

Los gruñidos parecían provenir de un animal salvaje, pero no era cualquier animal, parecía pertenecer a los de un perro rabioso.

Pegué mi cabeza a la puerta para escuchar más de cerca los ruidos que hacía.

Y de repente la puerta se sacudió bruscamente por una embestida.

Tapé mi boca con mis dos mano para evitar hacer ruidos y comencé a retroceder con mucho cuidado.

Los golpes se detuvieron por unos segundos y tome una respiración profunda de alivio.

Y cuando pensé que todo ya había pasado, ese perro volvió a lanzarse contra la puerta con mucha más fuerza que antes.

En esta ocasión el golpe había sido tan violento que la puerta casi parecía estar apunto de colapsar.

Ese supuesto animal era insistente y continuaba embistiendo la entrada como si no tuviera otra cosa que hacer.

La situación era tan tensa que decidí regresar al sótano para ocultarme.

Afortunadamente mis padres son personas que tienen un sueño muy pesado, así que no me tengo que preocupar de que se despierten y descubran que salí a revisar lo que sucedía afuera del sótano en mitad de la noche.

Hecatombe ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora