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P. O. V. Normal

Instituto Raimon, entrada del Raimon

El día estaba soleado y los demás alumnos del Instituto Raimon comenzaban a entrar al Instituto para comenzar las clases mientras ignoraban completamente a su nuevo compañero.

A Leonio poco le importaba, le parecía hasta mejor y esperaba poder conseguir nuevas amistades. En su cabeza vinieron rápidamente los recuerdos de sus compañeros de equipo, el Orfeo, y de sus amigos en Italia. Una sonrisa con tintes tristes cruzó su rostro junto a un brillo de pena en sus ojos, pero rápidamente movió la cabeza a una lado y al otro para despejar esos pensamientos. Si quería volver a verlos antes tendría que terminar con estos asuntos, pero tan siquiera tendría que empezar a construir los cimientos del edificio que era su objetivo.

Leonio: Va tutto bene, tiene sempre la testa avanti e non guardare indietro (No pasa nada, siempre con la cabeza por delante sin mirar atrás). Se dijo en un susurro que parecía el mismo movimiento flojo del viento que le golpeaba la cara y hacía mover las flores de Sakura de los árboles. – Instituto Raimon.... Vamos allá -. Dijo algo más alto para observar la escuela secundaria en la que estaría cursando sus últimos dos años antes de decidir si ir al bachillerato o hacer otra cosa.

Delante suyo había un extenso campo de arena que supuso con rapidez que se trataba del campo de fútbol, cosa que le alegró saber que estaba tan cerca de la entrada pensando en los partidos que podría jugar, aunque no detectó la caseta o lugar en específico donde se ubicaba la sede del club de fútbol, más tarde iría a preguntar.

A un lado se extendía un edificio que pudo adivinar en el cual darían clases, puede ser de alguna materia que necesitase espacio como química o física por el tema del laboratorio, o algo parecido. Luego, más adelante y sobrepasando al campo de futbol se situaba un colosal edificio que iba de punta a punta del extenso lugar que era el instituto, hasta donde podía ver, y la entrada destacaba por encima de todo por las puertas de vidrio abiertas de par en par y con el símbolo del Instituto, un rayo brillante como el sol a punto de caer sobre el suelo para que se suene su sonido en una extensa llanura, encima del acceso.

Un poco más a la derecha del campo habían unos pequeños jardines y podía ver un edificio algo grande que, por el momento, no sabía que se utilizaría, podía ser el gimnasio; y entre los dos edificios casi pegados al campo se hallaba un pasillo de tierra que seguía hacía un lugar, no sé qué habría, pero ya se encargaría de recorrer más tarde con más detenimiento en cuando tenga más tiempo, ahora tendría que ir a por su horario y saber en qué clase iba a estar.

En seguida comenzó a moverse y traspasar el mar de estudiantes que tenía delante mientras seguía observando todo a su alrededor para memorizárselo en su cabeza. Siempre le encantaba crearse un mapa mental de los lugares o esquemas en su cabeza sobre las habilidades o formaciones de sus rivales en un partido para saber cómo ayudar para ganar contra el equipo rival mientras se encuentra en la portería defendiéndola para que no pase ningún gol.

En poco tiempo ya estuvo en la entrada del Instituto y la atravesó sin más demora para ver primeramente una oleada de taquillas azul apagado formando hileras y caminos delante suyo. Seguidamente vio un tablero de anuncios pegado en una pared de color amarillo que se situaba al lado de unas escalera, con una u de taquillas, esta vez verdes, a su lado. Luego a los lados se extendía dos pasillos con diferentes habitaciones; a voz de pronto pudo ver la que era la sala del profesorado a inicios del pasillo de la derecha y un aula a inicios de la izquierda, todo unido por un pasillo de racholas de piedra grises sin más. Entre la sala de los profesores y la escalera que daba al siguiente piso había otro pasillo que daba una entrada que, por lo que podía ver por el momento, daba a unas pistas de tenis.

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