Dos.

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Casi no sentí el vuelo, me quedé dormida mientras veía una película en mi celular. Estaba bien descansada y cuando llegué a Londres era de noche, asi que ajusté la hora de mi reloj y celular y esperé algún taxi para ir al 221B Baker Street. Si no mal recuerdo, esa era la dirección donde John estaba viviendo y donde dijo podría quedarme.

¡Estoy tan feliz! Espero que me lleve a recorrer las calles londinenses y todos sus encantos.

Afuera estaba lloviendo, asi que saqué mi paraguas mientras esperaba un taxi, Por suerte uno pasaba y estaba libre, así que lo llamé y el chofer se bajó a ayudarme con las maletas. Le indiqué al hombre la dirección y al cabo de media hora llegamos.

Toqué en la puerta donde se podía leer "221B" en dorado. Al cabo de unos segundos una viejecita vestida de lila me abrió la puerta.

-Tú debes de ser Harry, ¡pasa! -me dice amablemente y ayudándome con las maletas.

-Gracias... al parecer ya me conoce, siento muchísimo no poder decir lo mismo pero... bueno -me quedo sin palabras y me limito a sonreírle. La señora me deja pasar y la sigo por unas escaleras, no muy largas en verdad, que nos dirigen a un cuarto que tiene una cama, un armario, mesita de luz y una biblioteca al lado de un espejo. Allí dejamos las maletas y me hizo seguirla, nuevamente, hacia una... digamos, sala. Esperaba ver a John pero, por el contrario, me encontré con un caballero alto, de pelo azabache y de rulos con unos ojos celestes aterciopelados bastante llamativos. Llevaba un traje y estaba sentado junto a... ¿un cráneo humano? Por demás, el cráneo tenía en la cabeza pegado un papel que decía "Shelly". Oh, esperen, no solamente estaba sentado al lado de cráneo sino que parecía que estaba entablando una conversación con él.

Carraspeé un poco para darme a notar pero no pasó nada. Carrespeé otra vez y la señora que me atendió en la puerta había regresado... ¿cuándo se había ido?

-Ponte cómoda cariño. Soy, umm... bueno, puedes llamarme sra. Hudson... -la señora me sonríe y le correspondo. Ahora parece estar enojada o, por lo menos, eso es lo que su cara demuestra.

-¿Perdón...? -digo muy bajito, claro nadie lo escuchó. Demas que la sra. Hudson me interrumpió. Menuda charla hemos tenido.

-¡Sherlock! Hazme el favor de ser coordial y saluda a Harry... o juro que botaré ese cráneo que tienes por mascota.

-¡Error, sra. Hudson! Shelly, no es mi mascota. Es mi compañero -dice abrazando a su... umm... ¿compañero?

-Ya tienes uno y ahora tienes dos, ahora salúdala. Siéntete como en casa, Harry. Te traeré un té.

-Gracias... -le digo mientras le veo salir y me sercioro de que se fue.

Había un silencio que me ponía nerviosa, ansiosa, estresada. John no aparecía pero no pude haberme equivocado... estaba ese tal Sherlock mirando mis maletas.

-Bueno, umm, ¿señor Sherlock? -digo rompiendo el silencio.

-Holmes, Sherlock Holmes -dice ahora mirando a la entrada y sin apartar la vista de allí.

-Así que... se llama Sherlock.

-Y usted Harriet.

-Y usted, claramente, conoce a mi hermano.

Ahora el hombre voltea y se acerca, pensé que iba a saludarme pero me equivoqué y solo se quedó ahí... y yo que iba a extender el brazo.

-¿Es usted extranjero? -le pregunto.

-Para nada.

-Es verdad, su acento lo delata.

Nos quedamos en silencio otro rato. Aproveché a tomar asiento en algún lugar, aunque solo encontré un espacio libre en el suelo y me quedé allí.

Quería hablar con este tal Sherlock pero se me hacía imposible, parecía ser irritable y fastidioso y eso me ponía inquieta. Sobretodo nerviosa, siempre tengo los nervios a flor de piel y cualquier cosa hace que salten.

-¿Hace cuánto se conocen usted y John? -me animo a preguntar.

-Unas semanas -responde Sherlock, muy ocupado pensando.

Asiento mirando hacia la nada...

Tengo ganas de toser pero siento que será inoportuno así que saco mi teléfono y googleo "Sherlock Holmes". Salen muy pocos resultados pero hay uno, el primero, que es bastante interesante. Éste dice: "The science of deduction" y parece ser un blog escrito por el mismísimo Sherlock Holmes, nombre tan más raro que he oído jamás.

Aquí dice que es un detective consultor, el único en el mundo ya que el empleo lo inventó él y también dice que puede reconocer a un piloto por su dedo pulgar... ¿qué?

Probablemente no me percaté de la cara que había hecho, ya que el susodicho se encontraba mirándome y a punto de hablar.

-¿Qué quiere saber?

-Umm, ¿a qué se refiere? -le respondo levantando la vista hacia él.

-Usted tiene preguntas, exprésalas.

-De acuerdo. Acabo de buscar en Internet su nombre, algo un tanto descortez de mi parte, y apareció una página... "The science of deduction".

-Oh... Puedes llamarme Sherlock, ¿has leído mi blog? -dice mirándome de reojo desde la ventana.

-Lo suficiente como para preguntarme qué es un detective consultor.

-Por si no lo has leído, es un empleo que inventé. La policía me consulta, me busca, cuando necesita ayuda.

-La policía no consulta aficionados.

-Esta misma charla la tuve con John. ¿Hay algún otro Watson al cuál explicarle?

-Solo nosotros dos, Sherlock.

-Genial.

Le sonrío amablemente y espero a que diga algo más. Parece ser que ya no tiene nada para decir, asi que vuelve a su lugar en el mini sofá con su cráneo-mascota-compañero.

-¿Qué puedes decir de mí? -se me escapa decir. Tonta. Tonta. Tonta.

-Por el momento, no más de lo que ya sé.

-¿Qué es lo que sabes? -¿qué hago? ¿soy estúpida? No, no. Soy curiosa... "La curiosidad mató al gato"... yo no quiero morir.

-Estás divorciada, reciéntemente. Eres alcohólica y tu relación con John no es la mejor de todas. Tu ex-pareja nunca será tan miserable para hacerte feliz a ti y eso es lo único que quieres: que sea miserable, por eso bebes, por eso escribes libros y cuentos sin mucho éxito. Porque quieres ser infeliz pero no tan miserable como para lograrlo.

Tragué saliba. La verdad es que puede que tenga razón pero no, no la tiene. ¿Quién es él para decirme cómo soy o qué quiero hacer con la gente? ¿qué sabe él de la vida que llevo?

-Eso fue un tanto cruel.

-Eso suele decir la gente idiota.

Ahora alzo las cejas y lo miro estupefacta.

-¿Cómo sabes si soy idiota? Dudo que eso lo diga mi dedo pulgar.

-Porque eres ordinaria. No es algo de lo que debas avergonzarte, todos lo son.

Ahora sí que estoy atónita. Antes de que pueda escupir una serie de palabrotas, entra un hombre de estatura baja a la habitación.

-Veo que ya se conocen... -dice el muchacho, apoyando unas bolsas de supermercado en el piso.

-¡John! -exclamo abrazando a mi hermano favorito (y el único que tengo).

Harry W.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora