Cinco.

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Pasaron unos días y no solo el ojo de Sherlock mejoró, sino que también el clima.
Las calles estaban algo resbalosas por la poca nieve que las cubría, pero no era tan abundante como antes.
La señora Hudson tiene un resfriado y John sale mucho últimamente. Según él, se siente agobiado y sale a estirar las piernas pero la otra noche no volvió. No es que sea raro, cuando éramos adolescentes lo hacía pero... ah, ¡ya sé!
-¡John! -le digo cuando nos acercábamos a la puerta. Habíamos salido a caminar un rato juntos, solos, sin Sherlock molestando.
-¿Qué pasó? -dice abriendo la puerta y dejándome pasar. Le di un golpe en el brazo y me reí.
-¿Por qué no me dijiste que estabas viéndote con alguien? -le pregunto aún riendo. Me dice que "Shh" con la boca y frunce el ceño.
-Baja la voz, no quiero que Sher...
¿Para qué lo dijo? El señorito don Sherlock Holmes estaba bajando las escaleras.
-¿No quieres que yo qué? -dice alzando las cejas. John me lanza una mirada de odio que, claramente, significaba "te voy a matar".
-No es nada -dice mi hermano.
-Si es que te estás viendo con una tal Natalie, ya lo sé desde la segunda vez que te fuiste...
Yo me quedé boquiabierta pero traté de no decir nada, supongo que John va a manejar la situación.
-¿Entonces? -dice mirándonos a Sherlock y a mí.
-¿Entonces qué? -le digo. Sherlock permanece callado. Creo que ambos esperábamos otra respuesta.
-¿Qué opinan? -dice John con un dejo de ansiedad.
-A mí me par... -iba a terminar de hablar pero un teléfono sonó. Era el de John.
Espero a que termine y le pregunto quién era.
-Era Lestrade, quiere que vayamos y que le atiendas el teléfono, Sherlock.
-Me dirigía hacía allí pero me detuvieron... -dijo Sherlock mientras estiraba la mano y llamaba un taxi que pasaba por ahí.
-¿Puedo ir? -le pregunto a John.
-¡No! -dice Sherlock.
-¡Sí! -dice John.
De todos modos, ya me había subido al taxi. Quedé del lado de la izquierda, Sherlock (cabe decir que su cara era terrible) en el medio y John en la derecha.
-Greg va a caerte muy bien... -dice John.
-¿Quién es Greg? -dice Sherlock.
-Greg, Gregory Lestrade, es él Sherlock -dice John. Yo me río. Por alguna razón soy la más pequeña y me da risa todo.
-¿También es detective consultor? -pregunté.
-Yo soy el único -dijo Sherlock. Yo asentí mirándolo.
-Trabaja en la policía. Es amigo de nosotros, te aclaro para que no dudes cuando Sherlock lo traté mal -dice John.
Otra vez asentí. Pasaron unos minutos, bastante incómodos, y llegamos a una comisaría. Bajamos del taxi, John pagó y entramos en el lugar. Obviamente estaba repleto de gente uniformada, también armada. Me dio una extraña sensación porque no había estado en una comisaría desde la vez en la que Derek condució ebrio y tiró abajo un cartel publicitario.
-Ah, ¡aquí están! -dice un hombre canoso, de estatura normal con cara de estar estresado.
-¿Para qué llamaron? -dice Sherlock. "Señor Simpático" le dicen. John se adelanta con el tipo ese y le estrecha la mano.
-Lestrade, esta es mi hermana Harry. Harry, él es Lestrade -nos presenta y yo sonrío estirando la mano.
-Un placer -dice y me la estrecha. Asiento y le suelto la mano.
-Bien, ¿qué pasó? -dice John.
-Charlaremos en privado, espero no le moleste Harry.
-En absoluto -le digo negando con la cabeza. John y Sherlock siguen a Lestrade hasta una oficina y yo me quedo sentada en unas sillas de espera.
Me gustaría saber qué hablan pero parece que no se puede. No sé qué hacer ahora así que mejor voy por la máquina de café. Deposito una moneda y al poco rato me encuentro disfrutando de un humeante café, de nuevo en la silla. En eso, viene una mujer bonita, alta, de unos 40 años, pelo rizado y piel morena.
-¿Harriet Watson, o escuché mal? -dice la mujer.
-Soy Harry, un gusto. ¿Usted es? -le sonrío estrechándole la mano. Supongo que es amiga de John.
-Sargento Donovan. Así que eres la famosa Harry, John habla mucho sobre ti.
-Espero que cosas buenas.
Sonreí cada vez que le respondí, creo que nunca fui tan simpática con la gente excepto estos días.
Sonó mi teléfono antes de que la sargento pudiera decir otra palabra, me disculpé por tener que interrumpir la charla y atendí.
-¿Quién habla? -contesté.
-Hola, soy Hans Szpilman del departamento de incendios. Quisimos contactarnos con usted antes y no pudimos, le queríamos comunicar que ha explotado y se ha incendiado su condominio en la calle M. Glory al 3475 hace aproximadamente 74 horas.
Bajé el teléfono a mi regazo, esperando que a mi cerebro lleguen ideas de lo que me estaban contando. Mi casa, la que tanto cuidé y adoré todo este tiempo, ¿ahora está hecha polvo?
-No es posible, ¿cómo pasó? Cerré todas las perillas, verifiqué todo antes de irme.
-Estamos tratando de averiguar qué lo causó, ¿cuenta con algún enemigo o por el estilo?
-Por favor, no sea absurdo. No me parece gracioso.
-No es una broma, señorita Watson. Según parece se quedaron las perillas abiertas hace tiempo y uno de los enchufes cercanos a la cocina saltó chispas, o no sabemos lo que causó el incendio. Todo indica que viene de adentro del lugar.
-Que tenga buen día -y corté. Voy a tener que ver qué hago ahora con mi vida. Derek no pudo haber sido, él quiere tanto esa casa como yo aunque no haya sido precisamente él quien la cuidó todo este tiempo.
-¿Pasó algo? -me pregunta la sargento. Había olvidado por completo que estaba en una comisaría.
-Oh, no es nada. ¿Me ibas a decir algo? -dije como si nada, recordando al tal Hans que me informaba de una manera tan apaciguada y a la vez cínica la mala noticia.
-Oh, sí... quise advertirle a tu hermano de esto y fue en vano así que espero que seas más inteligente que él: aléjate lo más que puedas de Sherlock Holmes. Puede parecer un tipo interesante, de lo más extraordinario pero es un cínico, un psicópata y un psicótico también.
-¿Qué dices? No parece del tipo de los que ayuda a un mayor a cruzar la calle pero no es nada de eso, solo aprecia su trabajo, supongo.
No podía creerle a esta mujer, seguramente lo conoce de antes pero no puede ser así. Sherlock será un pesado por no decir que es un grano en el trasero CONSTANTE, un ególatra y egocéntrico hombre que no piensa en otro bienestar más que el de él, pero no es una mala persona. Es bueno solo que a su manera.
-A él le gusta esto, ensuciarse las manos, meterse en el caso. Lo disfruta. Lo aprecia. Y un día, cuando se aburra, lo inventará todo y ese día te habrás arrepentido.
Fruncí el ceño y entrecerré un ojo, esta mujer ve más películas que yo o tiene algo serio en contra de Sherlock.
-Lo siento, no. No soy amiga de él pero no podría hacerle eso a John.
-Él no tiene amigos. Piénsalo.
Chocó su café con el mío, se levantó y se fue a una oficina. Me quedé pensando en lo que dijo y en parte tiene razón, se aburre fácilmente pero por eso mismo nunca inventaría un caso para autosatisfacerce. Sería aún más aburrido para él.
Al cabo de un rato, vienen John, Sherlock y Lestrade.
-¿Consiguieron algo? -les pregunto viendo sus caras. John parecía estar feliz, Sherlock no, Lestrade parecía avergonzado.
-Era una estupidez -dice el mal humor de Sherlock.
-Pero no era obvia -dice la humillación de Lestrade.
-No les hagas hablar de esto -dice la felicidad de John, mezclada con impaciencia.
Volví a pensar en lo de mi casa. Y en lo de la sargento.
Ahora ¿qué voy a hacer? Si hipotéticamente le creyera a Donovan, no puedo quedarme en Londres, ¿dónde puedo ir entonces?

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2015 ⏰

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