Bueno, esto es lo primero que voy a subir y, de hecho, espero no arrepentirme y para introducirlos un poco, esto es parte de mi vida, mis sentimientos, mi realidad.
Espero, lo disfruten (aunque dudo que lo lean >.<) pero, sepan que aunque es personal, se puede comentar (?
Le dije “te quiero” pero no creo que haya dimensionado todo lo que, realmente, abarcan esas dos simples palabras y dudo que vaya a saberlo. Pero, si por esas casualidades de la vida esto llegara a sus manos; si él buscándome haya encontrado este espacio en el que escribo sin miedo a ser leída; si la misma suerte que me hizo conocerlo quiere que el llegara a mi buscando algo de alivio para su mente intranquila, quisiera explicarle lo que el verbo querer implica, en parte, para mí porque, si soy realista, ni yo conozco su límite.
No pretendo sonar demasiado cursi al decir que el describirlo es como escribir una poesía, pintar un paisaje o moldear cerámica… Pero la realidad es que describirlo es describir el arte misma, es limitarlo, es convertir sus defectos en perfección pura y natural. Y creo tan necesario realizar una descripción de él que no voy a privarme de hacerlo porque quizás, allí, pueda encontrar un final que cierre, completamente, lo que siento y el por qué de mi sentimiento.
Puedo asegurar que si alguien lo viera, como yo lo he admirado, descubriría ese brillo al mirar que provoca que sus ojos se vean más profundos y sinceros. Que la curva, hacia arriba, de sus labios finos hace armonía con las delicadas facciones de su rostro. Su voz, es la más dulce melodía que cualquiera pudiera disfrutar y su cuerpo, territorio desconocido, era el bosque donde Caperucita Roja querría perderse para recorrer sin miedo, sin tiempo, disfrutando de todo lo que se pudiese encontrar debajo de sus ropas. Y aunque solo he visto pocos de sus lunares con ver solo uno, el más especial, me provoca deseos de querer buscar más con la determinación con la que se buscan estrellas en un cielo claro, sin ganas de agotarme.
Y, con todo esto, aun no he podido explayar lo que me hace quererlo o lo que me provocaba al verlo o simplemente, los temblores que experimentaba mi cuerpo al oír su voz o el rápido palpitar de mi corazón al pensar en la posibilidad de un reencuentro. No puedo explicar la sonrisa exagerada que me dejo su recuerdo y la felicidad plena de que, aunque sea por unos instantes, su boca me ha pertenecido, sus ojos me han mirado y sus manos me han acariciado. Ni puedo hacerme cargo del deseo, inconsciente, de brindarle mi apoyo, mis brazos para cuando se sienta abatido por sus preguntas sin respuesta, un lugar, por si lo necesita, donde pueda tener un abrazo sincero y lleno de cariño o donde pueda desahogar sus penas, sus miedos y todo aquello que él quiera. Y, aunque sé que yo no puedo brindarle más que eso, ni hacer más que eso, quiero creer que alguna vez le he servido de consuelo, de “hombro para llorar”, de confidente… de amiga.
He pensado en los momentos juntos, en las peleas, las “reconciliaciones” y los recuerdos que se grabaron con tinta invisible e indeleble, en lo más profundo de mí ser, y he llegado a la conclusión de que hizo que yo cambie en tantos aspectos que ni había tenido en cuenta. Y no, no lo hice porque él lo quisiera, simplemente sucedió porque necesitaba alguien que en mis momentos de desvió, sirviera de faro para encontrar mi camino y eso es lo que fue. También he pensado en lo mucho que me hubiese gustado acabar con sus “demonios” porque no quería que ellos estuviesen ahí, opacando todo lo que él es, toda su luz; deseaba estar a su lado en las buenas pero especialmente cuando todo se fuera tan al fondo que pareciera no haber salida posible, quería ser la mano que lo rescatara, los abrazos que lo sanaran, el motivo de su sonreír delicioso, la intranquilidad y, a su vez, calma de su ser.
Y, aunque esto último que he escrito ha sonado como si le estuviese reprochando todo, no le reprocho nada, el entendería los motivos por lo que se lo digo, el entendería mucho más de lo que yo creo porque siempre fue así, siempre me sorprendió y conquisto así. Pensando mucho, preguntándose mucho, encontrando respuestas y creando nuevas incógnitas, siempre activo, siempre pensativo, siempre siendo tan él, tan jodidamente imperfecto y a su vez, perfecto.
Solo he querido, realmente, a dos personas en mi vida (por ahora) sin embargo, esta vez algo fue diferente, demasiado. Esta vez, no me importo que no quiera estar conmigo o que nunca fuera a suceder el “nosotros”, solo me importaba hacerlo feliz en la medida en que no me doliera. Pero llego un punto en el que, inevitablemente, dolió. Me hubiese gustado intentarlo un poco más por él, porque sé que podía hacerlo feliz por un rato más, pero no pude. También me quiero a mí, como para saber cuándo es suficiente y aunque tuve suficiente, no puedo dejar de pensarlo. No puedo dejar de recordar todo lo que sucedió ni puedo dejar de agradecerle, en silencio, por lo que despertó en mí. Y, se que él hubiese querido no lastimarme pero el dolor es tan inevitable como el querer a una persona y ninguno de los dos pudo evitar aquello que no quería que sucediera o quizás, simplemente quizás, ninguno quiso evitarlo. Sea cual sea el motivo por el cual sucedió no puedo más que agradecerle, a él, este hermoso sentimiento que provocó al mirarme por primera vez, aquella vez. Porque no se puede tener, siempre, el lujo de querer y menos a la persona correcta y el fue la formas más cruel y preciosa de mostrármelo.
Y si, después de todo, aun no se entiende todo lo que mi querer, en todos sus sentidos, abarcaba no queda más que decir que lo quiero porque es imposible dominar los sentimientos por mucho que se desee, lo quiero porque es el chico mas imperfectamente perfecto (y no lo sabe), lo quiero porque hay cosas que no tiene otra explicación que una mirada o una sonrisa como las de él, lo quiero sin un porque en especifico y con todo lo mejor y lo peor de mi. Lo quiero y él lo sabe, y eso me alcanza para encontrar un poco de alivio al nudo en mi garganta, porque después de todo lo nuestro no tiene un futuro probable. Lo quiero y él sabe que intente comprenderlo en lo que pude y aceptar lo que no podía entender. Pero, no sé si sabe que estoy acá por si alguna vez su mundo se desmorona y necesita aunque sea por un par de días un cobijo. Porque mi querer, llámenlo masoquista si quieren, implica también que siempre va a tener una parte de mi, aunque no la quiera.
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Recortando pensamientos
RandomNo es un libro, no es una novela, no es una historia es solo un espacio que me cree, siendo egoísta, para escribir mis pensamientos, los recortes que hago a mi realidad, a mis emociones, a la sociedad. Pueden tener sentido, puede que no, todo aquí...