El dilema de la adaptación.

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(Personalmente, este no me agrada demasiado pero merece la pena estar acá. Obviamente fue editado antes de ser publicado pero no lo retoque del todo porque mi esencia se encuentra explayada en el y, además, puede servir a alguien, uno nunca sabe :) )

El ser humano es un ser social y, por ende, necesita de la constante relación con otras personas y el ambiente. Sin embargo, no es un acto sencillo y que implica diversas cuestiones y, entre ellas, se encuentra la adaptación.

¿Qué es la adaptación? Adaptarse es cambiar, modificar, para que, en el caso de las relaciones sociales, podamos establecer un vínculo con otra persona. No me refiero únicamente a un vínculo amoroso, sino a cualquier tipo de relación en la que haya más de dos sujetos. Adaptarse es un proceso complejo que exige al individuo un cierto grado de fortaleza y ¿para qué necesita esta fortaleza? La necesita para poder elegir correctamente un aspecto del dilema de la adaptación. Para que pueda elegir aquella opción que no solo beneficie al otro, sino que lo nutra de aspectos positivos al sujeto mismo.

El dilema del que tanto hablo es, ni más ni menos, que la elección entre adaptarme modificándolo todo de mi para agradar al otro, perdiendo todos mis valores, pensamientos y deseos propios. Dejando de ser lo que soy, para ser: lo que el otro quiere que yo sea. No puedo afirmar que esta opción es buena pero tampoco puedo asegurar que es mala ya que depende de cada individuo. Hay quien se siente más seguro siendo una copia de otros y se resguardan en eso sin atreverse a la individualidad y podría ponerle un nombre ficticio como: adaptación completa (ya que cambiamos radicalmente todo lo que no coincide con el otro, el ideal del otro o lo que creemos que el otro piensa.)

Y, también, hay quienes prefieren atreverse, ir contra corriente, desafiar los esquemas de la sociedad y luchar por los deseos, pensamientos y gustos propios. Ser uno mismo pero, a la vez, adaptarse a los intereses del otro. Saber compartir lo propio para alimentar el crecimiento de los demás con nueva información, conocimientos, o perspectivas y, por sobre todo, saber respetar que el otro no es yo y no piensa, no actúa, no desea, ni posee los mismo valores que yo; sin embargo, merece mi respeto, no solo por ser una persona sino porque, como ya dije, las relaciones permiten el desarrollo personal de cada uno y el saber escuchar atentamente y "ponerse en el lugar del otro" abre camino a nuevas rutas de conocimientos, a nuevos mundos que quizás, solos, no podríamos conocer. Y yo lo denominaría: adaptación parcial (porque genero un cambio en mí pero no completo, sigo manteniendo lo que soy o quiero ser)

Pero, repito, cada uno escoge lo que le brinda mayor satisfacción y seguridad. Por mi parte, seguro quedo claro, opto por la adaptación parcial ya que determinadas situaciones me llevaron a descubrir abruptamente que yo no puedo ser otra cosa más que yo. Yo tengo que ser yo sin importar si al otro no le gusta (me refiero a casos en los que la libertad del otro no es transgredida). Y es por eso que ahora, camino con la cabeza en alto, escucho la música que me gusta, me visto como me siento cómoda y busco conocer cosas nuevas y compartir lo que se. Es necesario aclarar que ese cambio que provoque en mi se debió a una persona que vale la pena mencionar. Y que, si bien extiende mucho este escrito no puedo omitir ya que tengo como lema principal "respetar, escuchar y actuar ante lo que siento" y en este momento siento que quizás mi experiencia pueda servir a otros.

Si se me pregunta exactamente como fue mi infancia sin duda, ahora, respondería que se baso en satisfacer las necesidades del otro, a tal grado que llegue a desconocerme. No sabía que quería, que pensaba, todo se basaba en lo que el resto quería, lo que el resto quería que pensara o hiciera. Hasta que me "rebele", empecé a enfrentar a la gente cuando por ejemplo me decía: "no escuches esa música es de nenas de 10 años". Enfrentar, en el sentido de contrariar afirmando que era lo que me gustaba, no me importaba el público al que iba dirigido sino lo que decía, lo que me hacía sentir, etc. y como dicen: el cambio empieza de apoco pero me quedaba un largo trayecto (y me seguirá quedando porque adaptarse implica aprender y estoy más que segura que seguiré aprendiendo). Continuando con mi relato, conocí a una persona significativa, no solo porque despertó sentimientos intensos en mi sino porque me enseño muchas cosas, me ayudo a madurar y a tomar mi decisión en este dilema.

Durante un tiempo me fortalecí y me debilite. Primero vino la debilidad: quería agradarle, y deje de ser yo misma por miedo, le mostré una parte de mí que era ficticia porque no me sentía a la altura de su cariño pero me jugó en contra y en vez de acercarlo a mí, lo aleje. Dejamos de hablar y un día, fui yo realmente. No puedo negarlo me fortalecí al aceptarme como era, al mostrarme así y intercambiar gustos aceptándonos. Me enseño la importancia que tenía que darle a todo lo que me correspondía y me enseño el coraje que hay que tener para poder adaptarse sin perderse.

Lo único que quiero mostrar la importancia de ser uno mismo, en su esencia pura y el placer de ser sin miedo. El valor de escuchar, mirar, aprender porque todos los sucesos en la vida enseñan algo por más insignificante que parezcan. Y por sobre todo, mostrar la posibilidad de todos de adaptarnos parcialmente a pesar de que, en un principio, nos resulte imposible o aterrador. Y quiero remarcar, como ya he hecho en otros escritos, la importancia de ser únicos entre las masas.

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