Después todo se resumió a silencio total de una hora y media, hasta llegar a su destino. Aleck se encontraba nervioso, pero sobre todo desmotivado. Sentía que todo eso carecía de sentido, y le apenaba el hecho de salir de la comodidad de su hogar, enfrentarse a un clima - que a pesar de ser hermoso - era agitado y agresivo, soportar el tráfico, obligar a su madre a conducir por un largo periodo de tiempo y generar un gasto mas para ella, tan solo para ir con una persona totalmente desconocida para hablar acerca de sus "sentimientos", para una persona tan áspera como él, más que absurdo, era estúpido.
Después de 5 minutos de estar observando el techo con la mente en blanco en la sala de espera, por fin la recepcionista hizo mención de su nombre para que pasara con el doctor Shirley. Su corazón comenzó a palpitar más fuerte de lo normal y sus palmas a sudar porque no sabia que esperar, sin embargo, tenia la certeza de que sería inútil.
Al adentrarse a la sala en donde se encontraba el señor Shirley, en sus labios se formó una sonrisa jactanciosa al darse cuenta que el doctor era tal como se lo había imaginado, anciano, canoso y con principios de calvicie, con antejos cuadrados de pasta, y con olor a marihuanol.
- Buenas tardes hijo, pásale y toma asiento – pidió con la vista enfocada en una carpeta de anotaciones color gris mientras jugueteaba con una pluma entre sus dedos.
El consultorio era plano, sin color ni personalidad alguna, lo único que lograba caracterizar esa insípida y reducida habitación era una gran ventana en la pared del fondo, que daba vista a un extenso y estimulante jardín, eso le agradaba, aunque ya había tenido una experiencia algo mordaz con ellas.
Sin separar sus grandes ojos verdes de esa ventana que le traía ásperos pero cálidos recuerdos, tomo asiento en un sofá que estaba al frente del doctor Shirley. Después de unos segundos perdido en sus recuerdos artos de suplicio, su mente fue llamada de regreso al presente por las palabras por fin pronunciadas por parte del anciano.
- Esta un tanto inclemente el clima del día de hoy ¿no le parece? – pregunto simpático al reposar tal carpeta en sus piernas cruzadas
¿Realmente me está hablando del clima? -- pensó amargadamente al volver su mirada a el
- Si, eso creo...-- bajo su mirada
hubo unos cortos segundos de silencio nuevamente, en ellos Aleck pudo percatarse de que el viejo lo observaba muy detenidamente, lo estaba analizando, a pesar de eso la mirada de aquel sujeto era muy amigable.
- Pero dime -- retiro las gafas de su rostro y las apoyo encima de su rodilla -- ¿Cómo nos encontramos el día de hoy? – pregunto con una gran sonrisa
- ¿No cree que es estulto preguntar eso al analizar la situación en la que me encuentro? – pregunto Aleck tratando de ser lo más transparente posible al responder cada una de sus preguntas
El doctor rio un poco discretamente
- Lo siento, tienes razón, el primer día siempre es difícil e inevitablemente incomodo, pero jamás mal intencionado, todo siempre será con interés en el bien de nuestro paciente.
Aleck tan solo no respondió. Después de unos segundos el doctor menciono:
- ¿Te parece si comenzamos llenando tu historial?
- Claro – respondió obligado
Tomo nuevamente su carpeta y comenzó a escribir
- Su nombre completo es...
- Aleck Worren
- Su edad...
- 17
Prosiguieron más datos personales y Aleck se comenzaba a aburrir, aun conservando el pensamiento de que esto era algo estúpidamente innecesario. Los minutos pasaron como si fueran horas, pero finalmente terminaron.
- Muy bien, entonces dígame señor Worren, ¿cuál es el motivo de su consulta?
- Mi madre me trajo – respondió irónico.
- Es algo predecible, pero me refiero a cuál es el motivo por el que se encuentra aquí
- La verdad ni siquiera yo lo sé, solo vine porque mi madre me lo pidió a lagrimas – respondió directamente sin balbucear
- ¿seguro? Su madre ya ha hablado conmigo y esta preocupada por usted, me conto acerca de unas pastillas que se le desaparecieron sospechosamente de su cajón, ¿Usted sabe algo acerca de ellas? – pregunto incrédulo
Aleck no respondió, solo bajo un poco su mirada, pero aún seguía con la frente en alto
- ¿Por qué no se quitas las gafas y la mascarilla? – sugirió -- ya no es necesario que los lleve puestos. Me gustaría que me permitiera hacer contacto visual con usted
- No puedo – contesto serio
- Por qué cree que no... -- fue interrumpido
- Créame, le hago un favor – afirmo.
- Señor Worren, por favor quítese la máscara y las gafas
Aleck vacilo por algunos segundos ante esta petición, pero decidido y con movimientos rápidos se quitó estos objetos del rostro y voltio hacia los ojos del doctor con una mirada retante
- Muchas gracias, ¿no se siente mejor así? ¿con mas libertad? ¿Pudiendo respirar el aire fresco de estos climas tan alborotados y viendo con autenticidad los colores de nuestro bello planeta?
No respondió nuevamente. A pesar de ciertos hechos del pasado su orgullo continuaba siendo asaz.
- Su madre me comento que suele salir de la habitación con irregularidad... que no suele levantarse de la cama o que dura largos lapsos de tiempo sin bañarse, dice que se encuentra de mal humor todo el tiempo y que ya no suele hacer las actividades que antes le solían apasionar...
- Mi madre exagera – respondió
- ¿seguro? Entonces si dice que su madre se equivoca, ¿Por qué no me cuenta usted como son las cosas en casa?
Aleck balanceo su rostro con movimientos ligeros en demostración de negación, rió un poco y sus ojos comenzaron a ponerse vidriosos y rojizos, de un momento a otro unas pequeñas y molestas gotas comenzaron a delatarlo. No le quedo mas opción que dejarse doblegar. Se podía escuchar atreves de su llanto como su alma ya estaba irreparablemente destruida, era el tipo de llanto que se escucha en el infierno.
ESTÁS LEYENDO
La Niña Que Llora Y El Monstruo Acechador
Teen FictionLa vanidad... un pecado entre los religiosos y una forma de vivir entre los humanos. Es algo tan común en la sociedad que se ha usado como manera de vivir desde siglos anteriores. Inofensivo ¿no? Así lo veía Aleck... hasta que perdió al amor de su v...