Cap. 6- Parásitos

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Una vez que termino, me llevo de vuelta a mi casa, en el camino no hablamos, ni siquiera cruzamos miradas hasta que nos encontramos en frente de esta. Abrí la puerta para bajar del carro, sin embargo sujeto mi brazo izquierdo y me detuvo.

- ¿Así, sin mas te iras? Por Dios, me haces sentir usado - comenzó a burlarse. Tan solo lo miraba, estaba tan disociada como para comprender a lo que se refería. - Dame un beso tontita.- me disculpe e hice lo que me pidió - Nos vemos mañana. - Baje del carro y el se fue.

Mi madre se encontraba recostada en su habitación con las luces apagadas, pero la puerta abierta, y al dirigirme a mi recamara interrumpió mi camino llamando mi nombre. Me recargue en el marco de su puerta y pregunte si necesitaba algo.

- No amor, solo quiero saber como te fue - se enderezo y silencio el televisor que estaba mirando. Las imágenes y sensaciones de lo ocurrido reaparecieron y se apoderaron de mis sentidos. Comencé a doblegarme, estaba apunto de caer pero logré sujetarme de la perilla de la puerta y mantenerme de pie. – ¡Cuidado cariño! ¿Te encuentras bien? – preguntó angustiada.
- Si mamá, lo siento, solo me mareé un poco... me fue de maravilla, claramente – mentí sonriendo y tratando de sonar convincente; aunque por dentro quería correr hacia sus brazos y llorar, gritar, disculparme y pedir que me rescatara del mar de lágrimas que yo misma estaba produciendo en mi corazón.

Existen sonidos realmente molestos y que incluso provocan cierto sentimiento de ansiedad... pero creo que el peor sonido que existe es el que no habita... el que no llena el espacio entre un renglón y el otro... el que no enmudece el rugido de un corazón quebrantándose. Jamás le había temido tanto a un suceso tan trivial en la vida de todo ser humano. Quedarse solo con uno mismo es más aterrador que dormir a lado de un extraño. No es la obscuridad de la habitación la que me asusta, sino las voces dentro de me cabeza al cerrarse la puerta...aquellas que te susurran al oído sus mas impuros secretos, y te guían hacia al recóndito punto de su alma.

Observaba el techo ¿Cómo era que las imágenes podían ser tan claras? tan solo deseaba que todo se acabara... ¡que parara por un maldito instante!... lo divertido es que eso solo era el inicio.

Al anochecer todo era oscuro y penumbroso, pero al salir el sol, por mi propio bien, era como si nada hubiera pasado.
Derek comenzó a llevarme a fiestas con el durante todo el verano, al principio solo me sentaba y veía como se alcoholizaba y metía a su cuerpo sustancias ilícitas, pero como siempre, las personas como el no soportan nadar entre la miseria solos, por lo cual quiso arrastrarme junto a el.
Al principio respetaba mi abstinencia, sin embargo con el tiempo comenzó a insistir cada vez mas de manera pasivo agresiva, al punto de molestarse y ridiculizarme enfrente de los que hacia llamar sus amigos.

- ¿Y ahora si tomaras o continuaras con tu fachada de niña religiosa? - Me pregunto al oído durante la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga.

- Sabes que no debo, y no es fachada, realmente quiero cumplir con mi palabra - respondí pacíficamente.

- ¿Y realmente crees que eso importa ahora? - Lo mire confundida - Eloísa, si es que realmente existe un infierno, tu alma ya se quemara junto a la mía - No respondí. En ese momento me di cuenta que era el... era su voz la que me hostigaba cada noche antes de dormir - Ya no eres tan pura, ya eres igual a mi - Acerco el pequeño vaso con alcohol que tenia en su mano reafirmando los lamentos de mi corazón...

-¡Vamos! hazlo por mi, ¡es mi cumpleaños! - insistió su mejor amiga, Valdis. Tome el vaso y bebí de el hasta empinarlo, por lo cual todos me aplaudieron.

Y así fue como todo comenzó, como inicio el mar negro a hundirme en el, como los parásitos me arrastraron hacia el fondo hasta dejarme sin aliento, y sin rastro de luz ante mi mirada...así es imposible ver mas haya de la inmundicia en la que te ahogas.

La Niña Que Llora Y El Monstruo AcechadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora