Cap. 4- El Principio Del Final

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El resto de la semana transcurrió con normalidad, a la normalidad trastornada del adolescente.
La sedentaria rutina de Aleck consistía en abrir los ojos por primera vez en el día a las 3:30pm, observar el techo y lamentarse por haber despertado un vez mas, consecuente a ello cerrar sus ojos nuevamente por una hora y media, obligándose así mismo a dormir, es la experiencia mas cercana a la muerte que puede experimentar sin romper el frágil corazón de su madre, por lo cual lo bautizo como su remedio. A las 5:00pm su cuerpo ya no puede mas, y atreves de dolor en espalda y cuello le exige parar de sentir lastima por si mismo; prosigue una intensa batalla entre el juez y la victima en su cabeza, que perdura hasta que su madre interrumpe. Siempre puntual, a las cinco y treinta de la tarde. Con angustia toca la puerta y después abre para verificar que su hijo aun respira: y a continuación el libreto de todos los días:

- Buenos días madre.

- tardes hijo - le corrige - no has comido nada - menciona preocupada

- no tengo hambre

- te puedes enfermar, ¿no quieres ir a abajo y comer conmigo? - el verdadero y único amor en la vida de una mujer es su cordero, el único hombre por el que su amor es incondicional, por quien morirían quemadas si así se lo pidiesen, y al único al que le rogaran aun sabiendo la respuesta de antemano.

- hoy no me siento bien... tal vez luego madre.

- ¿y si te traigo la comida a la cama? - El ingrato negó con la cabeza. - inténtalo, por favor, por amor a tu madre que no te quiere llegar a ver enfermo. - un poco de manipulación nunca faltará bajo la manga de una mujer.

- De acuerdo - accede fastidiado.

La mujer prepara comida exquisita, como si de un banquete se tratase, para alegrar los días grises y desabridos de su amado.
Subio a la habitación con una bandeja atribuida de un panorama de olores fascinantes para cualquier individuo, era la única manera en que trataba que su primogénito aceptase su amor sin reflejar molestia o realizar una rabieta.
Colocó los alimentos en la cama del adolescente y prendió el televisor, puso a reproducir  la serie favorita del chico y se sentó a su lado para degustar de la comida.
Paso un capítulo, dos capítulos, tres capítulos y por cuarta vez sonaba las música al pasar los créditos y  Eloísa lo miraba con preocupación, apenas y había jugado con el contenido de su plato. Sabia que más de eso no pasaría. Rendida recogió los platos, y con rastros de decepción detrás de sus pasos al caminar, se retiró.

Aleck apagó la televisión y procedió a realizar su actividad deprimente favorita, observar la casa de su ángel caído. Solía durar horas, la mayor parte de su tiempo, pegado al cristal de su ventana, tan solo observando, recordando, lamentando y suplicando por misericordia.
Esta vez el sentimiento lo percibía diferente, después de la insólita y chocante consulta, comprendió que había una mejor manera de torturarse así mismo y de escuchar aún más alto el eco que se formaba en su interior al mencionar el nombre de la bella rosa con la que coincidió su cruel destino; rápido saco una libreta y una pluma del cajón a un lado de su cama, y teniendo la morada como su musa comenzó a escribir la historia de donde había surgido su atormentante agonía.

- Libreta de Aleck -

"La Estrella Mas Brillante En Mi Atardecer"

"Suelen decir que la secundaria es la etapa mas bonita en la vida de un adolescente, pero cuando la mitad de tu rostro esta totalmente cicatrizado, este mas bien podría ser tu primer encuentro con el enfermo y oscuro lado de la sociedad.
Lamentablemente ser feo no es escusa suficiente para estudiar en casa, así que debía soportar las burlas y miradas de lastima durante siete horas cada maldito día; aun suena fácil de tolerar, ¿cierto? Para mi también lo era, hasta que un grupo de marginados de último año comenzaron a descargar sus frustraciones en mi. Demasiado humillante es que te golpeen, pero que te golpeen las personas a las que suelen golpear es aun más denigrante.
Afortunadamente no eran tan idiotas para acosarme dentro de las instalaciones del instituto, así que esperaban hasta la salida, una vez cruzando la puerta del colegio, su presa se daba por servida.
Evitaba salir hasta tener por seguro que mi madre hubiera llegado por mi. Los maestros y demás encargados solían corrernos en cuanto se terminaran nuestras clases, por lo cual me escondía tanto de los marginados como de ellos de bajo de las gradas, en la oscuridad; donde nadie me veía, pero yo si los veía a todos; era mi actividad favorita, observar a las personas.
Es realmente sorpréndete la cantidad de mentiras que puede llegar a decir un adolescente al estar en sociedad. El lenguaje corporal desenmascara a cualquiera, sin embargo, cuando estas tan ocupado de no ser descubierto tu mismo, a parte de una mascara, llevas una venda en los ojos... pero ella no, pudo verme incluso en medio de las tinieblas.
El sol se escondía detrás de la montaña mas alta del oeste, al advertir que la cacería de brujas se aproximaba. La oscuridad iba con la densidad del aire en mis pulmones y el vello en mi cuerpo se erizaba al rosar con el viento frío, las hojas de los árboles chocaban entre sí, parecían hablar, gritar, susurrar...avisar que algo estaba por venir. Mi alma flotaba y mi corazón danzaba intranquilo en mi pecho, esas veces en las que sabes que algo está por pasar, algo decisivo que marcara la senda de tu nuevo destino.
Me recosté en el suelo, en un mundo que no para de girar, es necesario tirarse y aferrarse a la tierra, antes de que esta te tire a ti.
Mientras mantenía mis ojos cerrados, escuché una dulce y tierna voz, como si se tratase de un infante.
- Dos horas es mucho tiempo Edith, para que te metías en esto. — rezongaba molesta
- Por favor, no te puedes ir sola a casa, ya es noche, no te cuesta nada esperarme un par de horas. — otra voz femenina se hacía escuchar — yo lo haría por ti.
- Te vas a ir al infierno por chantajista — respondió la dulce voz — ve antes de que me arrepienta.
- Te amo — se escucha una risa juguetona seguida de pasos alejarse.
Mi cabeza me aconsejaba no asomarme, no levantarme y esta vez abstenerme de la morbosidad, pero en cambio, mi cuerpo ordenó movimiento y sin darme cuenta mis ojos ya buscaban la fuente de dicho sonido... y ese fue el momento en que toque el cielo, segundos antes del juicio. Su imagen se convirtió en el más prodigioso castigo de Dios... Si la admiración de tu belleza y dolor fueron la penitencia a mi vanidad, entonces arranquen mi brazo y reemplácenlo por un espejo, que el pecado fue mi mejor deseo.

Tu cabello largo y castaño danzaba junto al viento, utilizando tus finos y desnudos hombros como escenario. Tus piernas cruzadas, adornadas con una armónica falda rosa, sostenían un libro de portada negra con letras doradas, en el cual tus bellos luceros se encontraban totalmente absortos.
En ningún momento llegue a imaginar que la luna podría llegar a ser opacada con tal facilidad y cinismo, como esa joven lo hacía.

'La primera vez que te vi... lucías tan bella.
Portabas un semblante tan divinamente pacifico, que provocaste en mi una caída sin escrúpulos u objeciones, a un valle de sosiego y obsesión que no tiene fondo... aun sigo cayendo en el.'

Tan esplendorosa imagen paralizo mi cuerpo por completo, los latidos de mi corazón, después de mucho tiempo, parecieron cambiar de compás, transformándose en la melodía de mi vida, en mi canción favorita.
En medio de pleno regocijo, mi celular comenzó a sonar, volvió su cuerpo hacia atrás buscando de donde procedía tal ruido, aturdido busque el teléfono torpemente en el bolsillo de mi pantalón, cuando logré colgar la llamada de mi madre, comencé a escuchar como la chica comenzaba a bajar las gradas, supuse que se dirigiría hacia donde me encontraba. Atolondrado tomé mis cosas y acobardado hui de ahí corriendo y con el gorro de mi sudadera colocado; pude ver de reojo su silueta a unos pocos metros de mi... una sensación extraña en mi estomago se manifestó, creí que vomitaría.
Durante la cena, no podía parar de sonreír, y ni siquiera era un acto consiente, era el hechizo de su seductora alma, el que me tenia bajo un encanto extrañamente placentero. Mi madre me observaba con recelo, pero estaba tan perdido en el recuerdo, que me olvide de su presencia, e incluso del presente, me encontraba extasiado en el limbo del amor.

Esa noche me fui a la cama, por primera vez, con vida en mis ojos, con una sensación de que todo estaría bien, de que la vida, tal vez, no era un castigo por el repudiable ser natural del hombre. La sensación en mi estomago volvió a manifestarse... no eran nauseas...era un amor maldito floreciendo. "

La Niña Que Llora Y El Monstruo AcechadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora